Continuamos la entrada anterior dedicada a la microsublimación, una técnica de extracción de compuestos volátiles tan interesante como desconocida, siempre con la imprescindible guía del libro de Bruno P. Kremer Manual de Microscopía. Como siempre, absolutamente todas
las imágenes son del que escribe, a menos que se diga lo contrario.
Pues bien, la siguiente sección del libro trata de la microscopía de las secciones finas de materiales duros, conocidas como láminas delgadas de rocas y minerales. Estas preparaciones geológicas son difíciles de realizar, y la maquinaria de corte e instrumental necesario sólo suelen estar disponibles en laboratorios geológicos especializados. Hay colecciones históricas de láminas delgadas muy interesantes, como la del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
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Sección del libro que nos ocupa
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Estas preparaciones petrográficas, cuya ejecución implica cortar la piedra con el grosor de unas pocas micras, resultan muy costosas. Algunas son realmente espectaculares, pero este humilde blog no se las puede permitir, por lo que habrá que conseguir un placebo o sucedáneo que haga los honores convenientemente.
La primera condición -la más obvia- es que nuestra piedra o mineral sea transparente o traslúcida sin necesidad de corte alguno. Esto limita bastante las opciones, pero se hará lo que se pueda con lo que se tiene.
Así pues observo mi colección de pedruscos, que he ido pacientemente acumulando desde mi más tierna infancia, esa que aún -menos mal- sigue viva de algún extraño modo.
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Algo habrá por aquí
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Localizo un sedoso amasijo de laminillas blancas: un pedazo de
moscovita -la mica blanca de toda la vida- recogida en los filones de pegmatita y cuarzo al N del cerro de San Pedro, en Guadalix de la Sierra (Madrid).
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Moscovita exfoliada
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Con una navaja de Taramundi -como usuario exigente de buenas herramientas- separo algunas de sus láminas, levemente traslúcidas, y las coloco sobre el portaobjetos.
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Moscovita, bajos aumentos, con cabeza de oso
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Bajo la luz polarizada y oblicua -con el condensador algo cerrado y descentrado- a bajos aumentos se aprecian las láminas, muy flexibles y elásticas. Además una pareidolia: parece una cabeza de oso mirando a la derecha, deseando zamparse un tarro de miel.
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Moscovita, altos aumentos |
Con altos aumentos se aprecian perfectamente los límites de las láminas cristalinas. Éstas no presentan un tono lumínico regular debido a la presencia de impurezas entre las propias láminas.
Encuentro, entre toda la vorágine de minerales, conchas y fósiles, unos finos hilos apelmazados formando pequeños hatillos blancos, de tacto sedoso. Se trata de las infames fibras de asbesto, en concreto tremolita, cancerígenas por aspiración continuada.
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Fibras de tremolita
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Con bajos aumentos aparecen las fibras, de superficie estriada, rectas y rotas: parecen pequeñas acículas de pinos, o minúsculos pinchos de cactus.
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Asbesto, bajos aumentos
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Subiendo aumentos, la fibra presenta una superficie estriada, con algunos puntos que sobresalen de la superficie.
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Asbesto, altos aumentos
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Continuamos con un ejemplar de yeso laminar recogido en Villalbilla (Madrid). A simple vista se aprecian las láminas, más gruesas que las de la mica.
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Yeso de Villalbilla
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Al microscopio, las láminas poseen un bonito color miel; los estratos se agolpan dejando ver sus bordes, algunos rectos y otros quebrados. Es una vista muy pintoresca, con sus claroscuros que parecen los barrancos y páramos de una tierra lejana.
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Yeso, aumentos bajos
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Al subir aumentos se aprecian mejor los bordes de las láminas, que no son completamente planas. Seguramente este hecho permita que las moléculas de agua queden atrapadas entre ellas, junto con las sustancias que estuvieran disueltas en el agua.
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Yeso, aumentos medios
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Habrá que salir de dudas, por lo que procedo a sumergir la pieza de yeso en agua. Efectivamente, al microscopio se aprecian burbujas de aire que han quedado atrapadas entre el agua y las láminas del yeso. Incluso se observan pequeñas motas de polvo moverse entre las láminas, como nadando en el agua.
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Yeso mojado con burbujas de aire, aumentos bajos |
En la superficie también aparecen unos reflejos que parecen muescas de escritura cuneiforme sobre el cristal. Posiblemente sean poco interesantes a nivel científico, pero son muy plásticos y lo artístico siempre cuenta.
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Yeso mojado con escritura cuneiforme, bajos aumentos
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Seguimos con una pieza de
espato de Islandia, una variedad de caliza transparente que cristaliza en la forma romboédrica. Sin embargo, es más famoso por poseer la propiedad de la
birrefringencia, el desdoblamiento de los haces de luz que provoca la visión doble de lo que se ponga detrás del cristal.
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Espato de Islandia |
Aunque es un mineral que puede ser fácilmente exfoliado, al microscopio presenta una consistencia vítrea, masiva, de foliación mucho más sutil. Los bordes de las láminas, más suaves y casi parelelos, se encuentran tan cercanos que casi se confunden; parecen las rizaduras o ripples de los entornos desérticos o dunares.
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Ripples de espato de Islandia, bajos aumentos
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Elevando aumentos se aprecian mejor los bordes, con unas microrroturas que dejan sus pequeños restos salpicados entre los diferentes estratos.
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Espato de Islandia, altos aumentos |
Pasamos a las
arenas,
material muy cómodo e interesante cuando éstas son de grano suficientemente fino, traslúcido. Aunque pueda parecer inverosímil y sumamente
friki, hay
asociaciones de coleccionistas de arenas del mundo. Es en detalles como este donde se aprecia el contenido social del presente blog: proveer de posibles diversiones de baja intensidad para los que ya lo han probado todo.
Sin ir más lejos pongo un poco de arena proveniente de una playa de Almería, sobre el portaobjetos, en seco. Al microscopio se aprecian los granos, bastante gruesos e irregulares, algunos levemente traslúcidos.
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Arena de playa, bajos aumentos
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Al subir los aumentos se advierten las superficies rugosas de estos granos, provenientes del desmenuzamiento de otras piedras más grandes. Este trituramiento está causado por la
erosión eólica y por el movimiento de choque de los granos en aguas dulces o saladas.
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Arena de playa, altos aumentos |
La siguiente es una muestra de arena procedente de las dunas de Cabopino (Marbella), un cordón dunar muy azotado por el viento. Al tacto, parece más un polvillo muy fino que arena; se nota la intensa meteorización en esta zona.
Al microscopio se observa que el tamaño de los granos es considerablemente inferior al de la anterior muestra de arena y, por tanto, los granos dejan pasar más la luz transmitida: parecen pequeñas piedras preciosas a la luz polarizada.
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Arena de duna como piedras preciosas, bajos aumentos |
Al subir los aumentos las muescas, heridas e imperfecciones de las piedrecillas salen a la luz, nunca mejor dicho.
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Arena de duna, altos aumentos |
No me quedan muchas más opciones de piedras lo suficientemente finas como para no necesitar un microscopio con más recorrido de foco. Para ello utilizo un viejo -años 40 del pasado siglo- microscopio Zeiss Jena, que tiene la peculiaridad de que permite tanto subir los oculares como bajar la platina, aumentando el recorrido de los objetivos.
Sobre la platina dispongo un ejemplar de cuarzo ahumado, comprado en una tienda new age por eso de equilibrar las energías, los chakras y todo lo demás que la ciencia no pueda demostrar.
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Cuarzo ahumado en el Zeiss Jena
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Recorriendo la superficie del cristal, de sección octogonal, se observan las diferentes inclusiones de impurezas, que le otorgan su característico color grisáceo. Sin embargo encuentro algo inesperado: unas pirámides escalonadas -que recuerdan a la
pirámide del faraón Zoser en Saqqara- crecen sobre la superficie del cuarzo.
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Pirámide en cuarzo ahumado, bajos aumentos
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Al subir los aumentos se atisban, junto a la pirámide grande, unos minúsculos bultos que no son más que alevines de pirámide; algún día se harán mayores.
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Minipirámides en cuarzo ahumado, altos aumentos |
Pasamos al siguiente apartado del libro: la microscopía de tejidos, ya sean naturales o sintéticos. Para ello echo mano de una serie de preparaciones antiguas de textiles, algo deterioradas por el tiempo pero aún utilizables.
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Preparaciones de textiles
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La primera de ellas corresponde a un tejido natural: la lana de oveja. Al microscopio se estiman que no son más que pelos, con su configuración característica: de sección circular y superficie algo rugosa. En este enlace se distinguen diferentes tipos de fibras de lana al microscopio.
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Pura lana virgen |
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La siguiente microfotografía presenta un tejido sintético, plástico;
fibras de nailon, una poliamida muy resistente que sirve para casi todo, especialmente para confeccionar tejidos cómodos y elásticos. Al microscopio se observan las
fibras plásticas, entretejidas entre sí formando una densa maraña, uniformes y traslúcidas, carentes de las imperfecciones y detalles de las fibras naturales.
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Nailon |
Continuamos con una fibra de origen mineral: la lana de vidrio. Se compone de pequeños filamentos de sílice y otros químicos, unidos mediante un aglomerante, y es empleada principalmente como aislante térmico.
Al microscopio se diferencian las finísimas fibras, mucho más esbeltas que las fibras naturales o el nailon.
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Lana de vidrio
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El ubicuo
algodón, quizás la fibra natural por excelencia, es nuestro siguiente textil. Sus hatillos fibrosos, aquí entrelazados formando pequeños rectángulos vacíos, forman un tejido denso, cálido, pero a su vez transpirable.
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Algodón |
Finalizamos esta entrada con otra fibra vegetal, cuyo nombre en inglés es Manila hemp, en español fibra de abacá o cáñamo de Manila. Se extrae de un árbol parecido a una palmera platanera pequeña, y es muy apreciada por su resistencia y durabilidad.
Al microscopio, estas fibras son muy parecidas a las cañas de bambú, con sus estrías longitudinales y sus engrosamientos transversales.
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Cáñamo de Manila
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Aquí finalizamos esta entrada dedicada a la microscopía de rocas y minerales traslúcidos y de tejidos y textiles. En las siguientes entradas nos adentraremos en el proceloso mundo de las células, de lo animado, de la vida, siguiendo el maravilloso libro de Bruno Kremer.
CONTINUARÁ