jueves, 10 de agosto de 2023

Rutas vintage: 1926, Sierra de Guadarrama V (de Collado Villalba a El Ventorrillo)

 Continuamos nuestra ruta vintage en ascenso hasta las cumbres de la Sierra. Estamos en Collado Villalba, y nuestra guía geológica nos indica que hay tres posibilidades: o tirar a la izquierda, hacia Guadarrama y el Alto del León (cosa que haremos en otra ocasión),  hacia la derecha a La Pedriza o, de frente en aquella eṕoca, a las lomas graníticas del cerro del Telégrafo. Es decir, hacia el icónico y controvertido puerto de Navacerrada, que será nuestro destino en posteriores entradas. Por cierto, todas las fotos son del que escribe, a menos que se diga lo contrario.

Primera parada

Abandonamos la cuenca del río Guadarrama, mientras circulamos por la M-601 en dirección norte, dejando a la izquierda la localidad de Alpedrete, famosa por sus canteras de granito, que surgen como manchas blancas a ambos lados de la vía, entre enebros, encinas y formas graníticas. El mapa geológico del IGME me confirma que se trata de adamellitas -un granito rico en feldespato potásico, más oscuro- con cordierita, un silicato complejo.

Más allá, al pie de los cerros de la sierra del Castillo, surge Collado Mediano y, en descenso a la hoya de Navacerrada, aparecen el embalse y el pueblo homónimo al resguardo de la mole de La Maliciosa y el imponente cordal de Las Guarramillas.

Fragmento de la excursión B-2 del Congreso Geológico Internacional de 1926

La M-601 gana altura ajustando su trazado a las curvas de nivel, entre frondosos bosques de pino silvestre. En el PK 15,500 surge el enclave de El Ventorrillo, cuna del esquí en la sierra de Guadarrama. Aparco junto al portón abierto de la Estación Biológica, fundada en 1910 -ya aparece en nuestra guía geológica de 1926, junto con las instalaciones del Club Alpino Español- y aún operativa, dedicada a líneas de investigación básica tan jugosas como la "respuesta de los coleópteros coprófagos a los cambios de la temperatura". Tal y como está el cambio climático, quizás se vayan a la playa; o a la mierda, nunca mejor dicho.

Paseo de acceso a la Estación Biológica
Accedo a la estación, con la esperanza de encontrarme con algún simpático biólogo que me ofrezca una visita guiada ad hoc. Y ya sé, a ciencia cierta y por experiencia, que todos los biólogos son simpáticos, y los que son funcionarios aún más.

Chalet de la Estación Alpina de Biología "la casa de abajo"
Desciendo por un paseo bordeado de plátanos de sombra; no hay nadie, sólo el silbido del viento y el murmullo de las hojas al tocarse. A la izquierda y abajo atisbo un edificio de aspecto vetusto, en piedra, con cubierta a dos aguas y chimenea lateral: se trata del primer chalet de la Estación Alpina, denominado cariñosamente "la casa de abajo".

Reja art déco
Se trata de dos edificios anexos, uno en piedra vista y el otro revocado en blanco con sillares en esquina. El primero presenta una galería superior corrida, y ambos se dotan de preciosas rejas art déco

Nido y barbacoa

Frente a la entrada y en una esquina del porche, un extraño aparato -supongo que científico- que parece una barbacoa y una pequeña caja nido suspendida de un frondoso tilo.

Jaulas vacías, entorno lleno

A la izquierda, en el testero de la casa, un sombrío y fresco bosquete de tilos, sobre un mullido suelo de crujientes hojas caídas. Una jaula circular con forma de chimenea, sin mucha convicción, preside el conjunto.

Rincón idílico

Frente a casa, bajando la ladera, dos grandes jaulas, oscuras, flotan sobre un zócalo de ladrillo: están vacías y parece que llevan tiempo sin uso, en un entorno de bosque caducifolio que me recuerda -por un momento- al valle de Ordesa.

La "casa de arriba"

Asciendo hasta el paseo, donde encuentro otro edificio similar al anterior, con sus mismas rejas aunque con ventanas recercadas, por lo que podría ser la "casa de arriba" de la  vieja Estación Alpina.

Centro de Vialidad Invernal
Salgo de la Estación y me dirijo al Centro de Vialidad Invernal, un chalet más moderno con una nave industrial adosada. A la vuelta encuentro la nave abierta, conteniendo una montaña de sal, y portones cerrados que seguramente alojan las máquinas quitanieves. Un peñasco granítico, con escalera y plaquita loando al político motivado de turno, me invita a tener una buena panorámica del conjunto.

Depósito de sal, esperando tiempos mejores; al fondo, Peña Pintada

Desde lo alto observo las cumbres más allá de Siete Picos: Majalasna y cerro Minguete, Debajo encuentro una pequeña casa: debe ser la antigua casilla de peones camineros.

Casilla de peones camineros

Bajo de la peña y, tras la cancela, tomo el sendero hacia el  suroeste, dejando a la derecha la casilla para circular junto a una valla oxidada, en un espeso bosque de pinos y helechos donde flota una miríada de mariposas rojas y negras.

La Casa de las Mariposas y su poyo corrido

A unos centenares de metros, apenas perdiendo cota, aparece un refugio blanco sobre una peña granítica equipada con abundantes marmitas de gigante, esas pequeñas piscinas circulares: la Casa de las Mariposas, edificada en 1930 según el Catastro, y construida para el uso y disfrute de los miembros de la antigua Institución Libre de Enseñanza, después Fundación Giner de los Ríos ¡la de científicos y estudiantes que, probablemente, hayan departido sentados en su poyo corrido, al sol, tras una intensa jornada de investigaciones serranas!

Vértice geodésico

Un poco más adelante, un vértice geodésico, a 1483 msnm, proporciona amplias vistas sobre el embalse de Navalmedio y, más allá, las urbanizaciones serranas de Cercedilla.

¿Chalet de la ILE?

Regreso por la trasera de la Casa de las Mariposas y, entre los pinos, otra edificación tras un portón oxidado y abierto. Se trata de un chalet de dos plantas muy agradable, de armónica mezcla de piedra, revoco y arco de entrada, y su pórtico sostenido por gruesos pilares bajo el que se amontonan bolsas con etiquetas, quizás relacionadas con estudios entomológicos.

Curiosa reja con logo
Las rejas poseen un extraño logo que me recuerda a un crismón, aunque seguramente tenga algo que ver con la ILE. Detrás del chalet encuentro un refugio, mucho más sencillo que la casona.

El pino de la Cadena

Regreso al Centro de Vialidad Invernal y tomo, una pista en dirección norte, junto a la carretera, que desciende suavemente, hasta llegar a una bifurcación donde, a la derecha, surge un enorme pedrusco aislado. Cojo la pista de la izquierda, que baja suavemente hasta encontrar el pino de la Cadena, a una altitud de 1460 msnm, en recuerdo del padre de uno de los pioneros del Club Alpino Español, que se enteró de la muerte de su padre cuando estaba a la sombra de este árbol singular: "A SV QVERIDA MEMORIA", cuelgan las letras oxidadas como una férrea pulsera.

La residencia del banco Central Hispano

Regreso por donde he venido y cojo el camino lateral derecho de la carretera, que circula entre el quitamiedos y el vallado de la Estación Biológica, encontrándome frente a frente con la residencia del Banco Central Hispano: sobre un zócalo de piedra -con el logo de la extinta entidad- surge la fachada coloreada del edificio, dedicado a la estancia veraniega de los empleados del banco y sus familias.

Ermita en el bosque, del insigne Miguel Fisac

Poco más adelante, a la derecha y tras la valla, se adivina una ermita de recios contrafuertes con su tejado de faldones a dos pendientes, escondida en el bosque. Se trata de una obra del célebre arquitecto Miguel Fisac, sin aprovechamiento alguno en la actualidad. Una pena que este patrimonio singular se encuentre sin uso y cerrado a cal y canto, como esperando que la vegetación, sin prisa pero sin pausa, termine enseñoreándose de estas efímeras obras humanas; es como la banca: siempre gana.

Pista del pinar de La Barranca

Llego al inicio de la ancha y transitada pista que lleva al pinar de La Barranca, con el objeto de subir al enclave del Real Sanatorio del Guadarrama, inaugurado en 1917 por el mismísimo Alfonso XIII para tratar, según los preceptos higienistas de la época, a pacientes tuberculosos.

Tuberías de plomo y escalinata

Sigo la pista en ascenso, cogiendo dos curvas de casi 180 grados. En la tercera revuelta, a la derecha, aparece un camino ancho, con peldaños, como una especie de escalinata en la que afloran los restos de una gran tubería de plomo. Más allá llego a la explanada donde se situaba el sanatorio, demolido en 1994: un pastizal -atestiguado por las secas mierdas de vaca y sus protocolarias nubes de pequeñas moscas- donde no crece nada más alto que gramíneas, aromáticas y algunos arbustos.

Lo que queda del sanatorio

En un rincón, al oeste de la explanada y junto a la pista, encuentro el antiguo suelo del sanatorio, lo único que queda del edificio.

Lo que queda de un poste

Al otro lado de la pista, al norte, una zona pelada delata otra antigua edificación, más pequeña. Detrás aparece el soporte de un decapitado poste eléctrico, de la línea que llevaba la electricidad al sanatorio.

Embalse de Navacerrada, Collado Mediano al fondo

De vuelta a la pista encuentro el mirador II de la sierra de las Cabrillas; sobre la peña la vista es espectacular: especialmente la mancha, como un espejo azul, del diezmado embalse de Navacerrada.

Bajada alucinante

Regreso por donde he venido salvo en un punto: en la segunda curva de 180º tomo la senda que sale a la derecha, que se interna, estrechándose, en un bosque húmedo de pinos, helechos y zarzas, perdiendo cota rápidamente.

El chalet de la Agrupación E del Club Alpino Español

Tras unas revueltas llego al chalet de la Agrupación E del Club Alpino Español, un agradable y sencillo edificio de dos alturas, en un entorno muy sombrío de estilizados pinos silvestres. Se trata de uno de los refugios construidos -en los años 20 del pasado siglo- por los diferentes grupos de montañeros del Club Alpino Español, en este caso es el de la agrupación "Urgoiti" aunque, junto a la puerta, pone "NIKOTOKI"; vaya usted a saber.

Trasera de la residencia del banco Central-Hispano

Poco más abajo encuentro la trasera de la ya vista residencia del banco Central-Hispano, de gran tamaño y buenos equipamientos como pistas de frontón y patio de juegos. Entre la caseta eléctrica y el poste cuelgan cables cortados, inertes, quizás para evitar que el edificio pueda ser okupado de mala manera.

Chalet de la Agrupación D

Regreso al chalet de la Agrupación E y cojo el ancho sendero en dirección norte. Oigo niños jugando: o son ectoplasmas o son de verdad: contra todo pronóstico la realidad es la segunda, niños jugando, con sus padres, revolotean en las inmediaciones del chalet de la Agrupación D, una casa de curioso y moderno tejado, algo apartada del camino.

Chalet de la Agrupación B

También ocupado encuentro el chalet de la Agrupación B, con su balcón y linterna sostenidos por finos puntales que dan sensación de ligereza, comparados con la rotunda y pesada fachada de piedra con llagueado blanco, en excelente estado de conservación.

El mítico chalet del Twenty Club

Un poco más adelante, a la derecha y al media altura, llego al lugar quizás más mítico de toda la sierra de Guadarrama: el chiquito y precioso chalet del Twenty Club, el grupo más antiguo del Club Alpino Español: veinte amigos que financiaron, a escote, la construcción de la casa allá por 1907. Consta de dos plantas, la de arriba equipada con balcón corrido y la de abajo con un poyete, que me recuerda, con sus laterales curvos, a los bancos del vernáculo ibicenco.

Me siento y diviso, a lo lejos, la silueta blanca de otra casita, pero decido acabar aquí, sentado donde hace más de un siglo descansaban los que pudieron ser nuestros abuelos o bisabuelos. Consciente de ello, levanto la cantimplora hasta que oculta los últimos rayos del sol, y brindo por estos increíbles pioneros ¡larga vida al Ventorrillo!

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