miércoles, 18 de septiembre de 2019

Un animalario como Dios manda

Siete y media de la mañana del 19 de agosto de 2019. Hace un frío que pela y me dispongo, con cierta expectación, a disfrutar de una experiencia espiritual única en el mundo: el baño en las piscinas milagrosas de Lourdes. Y no es que uno sea demasiado pío, sino lo que se podría llamar un cristiano sui géneris, de los que no va a misa ni está de acuerdo con bastantes (muchos) postulados de la Iglesia, pero que sabe que sí existe un Dios, Logos, Verbo o como cada uno lo quiera llamar, al que le cuento mis alegrías y penas, sintiéndome de alguna forma reconfortado y escuchado. Un Dios bastante personal, oiga.

No pude evitar enamorarme de esta Señora (La Gaceta de Gea)
Después de dos horas de espera, entro en el recinto de los baños, rodeado de indios de la India, valga la redundancia ¿conversos o habrán integrado a la Virgen en su panteón, me pregunto? Un hospitalario me hace un gesto y me pregunta de dónde soy, en francés. Digo que español; se me nota en la perspicaz mirada. Llaman a un señor que andaba por allí ayudando, también español. Le pregunto: es el padre Miguel Ángel, de los Franciscanos Conventuales de Madrid ¿casualidad?. Me ayuda con el proceso del baño, impresionante en su rito y emoción. Me dejo llevar, es lo que hay que hacer. Me agarran dos hospitalarios y me sumergen en las gélidas aguas, para sacarme ipso facto. El padre Miguel Ángel me asegura que los milagros existen ¡Amén! Muchísimas gracias, querido hermano. Doy un abrazo al personal, emocionado, y salgo al exterior tiritando de frío, con una sensación extraña. Alea jacta est.

Es hora de partir de este lugar sagrado que me ha gustado más de lo que esperaba. Se puede aducir que es pura comercialidad religiosa, y lo es, pero únicamente a extramuros del recinto religioso. Dentro solo hay entrega y alegría, eso es lo que yo lo he percibido. Y fuera, ¿acaso es pecado aprovechar la potencialidad económica de un lugar especial? Yo creo que no, lo espiritual y lo material son las dos caras de una misma moneda, perfectamente compatibles. Además, ninguna religión, creencia o filosofía se libra del comercialismo de sus lugares sagrados, hasta donde yo sé. Que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Es hora de visitar otro lugar especial: el Parque Animalario de los Pirineos, muy cerca de Lourdes. Por cierto, muchas gracias a mi infalible y querido compañero de @geaxplora, el gran @cronicasdefauna, por la identificación de algunos animales.

Acceso al parque (topopyrenees.com)
Lo primero que llama la atención es el edificio de acceso, muy bonito, sencillo e integrado, con sus lamas de madera horizontales que dan sensación de calidez, de respeto por el entorno. Empezamos bien.

Accedemos y compramos dos entradas de adultos, a 19,50€ cada una. Nos dan un folleto con el mapa del complejo. Casi nada: un restaurante, una tienda de recuerdos llena de simpáticos peluches, un bar abierto en verano, dos zonas de picnic y, lo mejor, tres ecolodges, cabañas para pasar la noche en el sitio, rodeados de animales: marmotas, osos o lobos, a elegir, a 390€ la noche. Que tome nota algún inteligente propietario de finca rústica, aquí puede estar el futuro: en el avistamiento de animales, flora, fotografía nocturna, astronomía o dormir en un bosque con todas las comodidades, en silencio.

El recorrido se estructura por zonas temáticas. La primera de ellas, que se accede a través del edificio principal, denominada "Las alas de la Naturaleza", un espacio cerrado por una tela metálica, casi imperceptible, que alberga numerosas especies de aves de todo tipo, con su lámina de agua a modo de charca.

Montones de aves en un espacio imperceptiblemente cerrado (La Gaceta de Gea)
Entre las más espectaculares: espátula blanca (Platalea leucorodia), grulla damisela (Anthropoides virgo), garcilla cangrejera (Ardeola ralloides), carraca (Coracias caudatus) o el ibis eremita (Geronticus eremita).

Buenos carteles de interpretación, con la información de vulnerabilidad de la especie (La Gaceta de Gea)
Seguimos la ruta hacia la sección "El filo del agua", donde encontramos las siempre simpáticas nutrias en un acuario semiabierto, donde podemos admirarlas nadando y en superficie. Todo excelentemente presentado.


Nutria jugueteando (La Gaceta de Gea)
También encontramos coipúes (Myocastor coypus), unos roedores sudamericanos parecidos a los castores. Se considera especie invasora en Europa.

Coipú nadando, parece una rata gorda (La Gaceta de Gea)
Lo siguiente que vemos es una charca, muy bien acondicionada con plantas acuáticas, lentejas de agua y nenúfares, donde tenemos dos especies de zampullines: el zampullín común y zampullín cuellinegro. Todo, por supuesto, con sus carteles de interpretación en francés, inglés y español.

Tras ello, una exposición, verdaderamente útil, de modelos de las serpientes que uno se puede encontrar en la zona sur de Europa. Por eso de educar a la peña al respecto de que la mayoría de estos ejemplares no son ni venenosos ni peligrosos, a menos que uno los pise inadvertidamente o los intente agredir. Ellos se defienden, igual que haría el pacífico lector, en su caso.

Modelos educativos de serpientes (La Gaceta de Gea)
Ascendemos por el camino de madera para llegar a donde pululan las estrellas del parque: las marmotas. Hay que hacer cola: alimentar -con calabacín y zanahoria troceada- estos simpáticos animales no se hace todos los días. Toda una experiencia que merece la pena, aunque me queda la duda si las marmotas no engordarán demasiado siendo alimentadas a todas horas. Quizás la hibernación ponga las cosas en su sitio.


Marmotas ansiosas (La Gaceta de Gea)
Llegamos a la sección "La tierra de los carnívoros", donde encontramos linces boreales o euroasiáticos (Lynx lynx), ocelotes (Leopardus pardalis), tayras o hurones (Eira barbara), pandas rojos (Ailurus fulgens) y osos pardos (Ursus arctos). Por supuesto, todos estos carnívoros disponen de numerosos árboles, roquedos y un gran espacio para expandirse; desde luego no da la sensación de hacinamiento ni de tristeza por parte de los animales, sino de una cierta tranquilidad. Los animales están lustrosos y bien alimentados.

Lynx lynx, el lince boreal, descansando en su árbol (La Gaceta de Gea)
Oso pardo pirenaico, posando en su roquedo (La Gaceta de Gea)
Llegamos al espacio "La granja de los pichones", donde nos encontramos animales domésticos, de granja, y algunas aves. Muy interesante para los niños y las nuevas generaciones de humanos que no han salido de las urbes. Aquí pueden tener contacto visual -y táctil- con ovejas, vacas y cabritas, deliciosas para el personal más menudo.

Ascendemos, por el camino en cuesta, al "Valle de las rapaces", donde se pueden avistar estas magníficas aves. Como el día es lluvioso, no consigo ver ninguna excepto unos cuervos en su espacio cerrado.

Cuervos (La Gaceta de Gea)
Llegamos a la zona "Montañas del mundo", donde encontramos ciervos, muflones (Ovis orientalis), corzos (Capreolus capreolus), y cabras montesas (Capra pyrenaica). Por cierto, había un corzo joven muy cerca del camino, agachado, mirándome fijamente. Yo no sé para un niño pero yo, como adulto, sentí una ternura indescriptible por aquel precioso ejemplar.

Cabaña para avistamiento de lobos, con su cristalera de seguridad (La Gaceta de Gea)
Tras los corzos y demás animales "comestibles", llegamos a la zona de los lobos ibéricos ¿Será casualidad que estén tan cerca? Prefiero no pensarlo. Escruto la parcela y no veo ningún ejemplar. Posiblemente se concentren en el área más íntima y difícil de avistar. De noche saldrán, digo yo.

Lo que sí se aprecia es el ecolodge dedicado al avistamiento nocturno de lobos, "La cabaña del trampero". Una noche aquí debe ser toda una experiencia, con su lógico precio.

"La cabaña del trampero", alojamiento para ver lobos (La Gaceta de Gea)
La última parada es "Los bosques húmedos", donde encontramos más especies de nutrias, pajarillos de las selvas y pequeños monos muy curiosos, como el tití emperador (Saguinus imperator).

Mono bigotudo denominado tití emperador, me recuerda a alguien (La Gaceta de Gea)
Tras este recorrido de una dos o tres horas volvemos a la tienda del parque zoológico, donde montones de peluches esperan a niños y mayores que todavía no han perdido el contacto con su niño interior. Y es que ¿por qué se asocia forzosamente un animalario o zoológico con la infancia? ¿es que el adulto ha perdido la relación con las demás especies de animales que viven en nuestro querido planeta? A lo mejor nos da vergüenza reconocer que nos podemos enternecer con estos animales, que en su mayoría sólo quieren vivir y que se les trate bien o, como mínimo, que se les ignore.

Considero que este parque es un modelo impecable de integración de investigación, entretenimiento, conservación y negocio sostenible. Y es que el negocio es compatible con casi todo, si se hace de forma respetuosa y ética.

Me gustaría conocer y ayudar a promover iniciativas de este tipo en España. Si alguien es tan amable de mostrarme alguna que ya exista, se lo agradecería. Se me puede alcanzar en Twitter @geaxplora, @javiermfrico o @cronicasdefauna o en el correo geaxplora@gmail.com.

¡Muchas gracias y hasta la próxima!

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