miércoles, 5 de febrero de 2020

Impactos ambientales: el esquí (I)

Comenzamos una nueva sección en nuestro blog: los impactos ambientales. No se pretende, con esta sección, demonizar nada, ni siquiera a nosotros mismos ya que todos, queramos o no, ejercemos una presión sobre el medio.

Sin embargo, es bueno recordar las actividades que se pueden disfrutar al aire libre, de forma que estimemos una gradación -siempre sujeta a discusión- de las que más y menos agreden al medio, por pura curiosidad malsana. O por investigar, influir o incluso adoctrinar, aunque ésto último no me lo creo mucho, por la escasa proyección mediática de este blog. Y que yo prefiero que la gente piense un poco, tenga algo de independencia, lo consulte con la almohada. Y si ésta responde, tanto mejor.

Comenzamos esta serie con un deporte invernal muy popular, mediático y que reparte mucha pasta en ciertas zonas de alta montaña: el esquí en todas sus modalidades.

Estación de Valdesquí, entre Madrid y Segovia (Wikipedia)
Ciertamente, el esquí es una actividad humana antigua, tanto como la propia caza, ya que el hombre ha necesitado desplazarse en todo tipo de terrenos, en medios hostiles como los territorios nevados y helados, más abundantes en tiempos pretéritos que en la actualidad, cortesía de nuestro querido e ignorado cambio climático. De hecho, el ser humano ya sabía desplazarse de esta forma antes de la invención de la rueda, allá por el cuarto milenio antes de Cristo. De hecho hay evidencias arqueológicas, corroboradas por algunos historiadores griegos como Plinio o Heródoto, que mencionan rudimentarias raquetas, pieles o calzados especiales. En el norte de Noruega, más concretamente en la isla de Rooya, se encuentra uno de los testimonio más antiguos del uso de esquíes en forma de petroglifo.

Petroglifo de la isla de Rooya, en Noruega, ahora vandalizado (Smithsonianmag)
Desgraciadamente, el lugar ha sido vandalizado y destrozado por unos simpáticos jóvenes. Como vemos, esto no ocurre únicamente en España, sino también en determinados países que fardan de civilizados, de hygge, de minimalismo guay, de sociedades fetén. Aquí todos tenemos defectos, unos y otros, en nuestra civilizada Europa. Si no que se lo digan a los de las islas Feroe, con sus carnicerías de ballenas.

Hablando de arqueología, en Hoting (Noruega) apareció un trozo de madera de 4.500 años de antigüedad, supuestamente un esquí, aunque algunos autores sostienen que el primitivo esquí se originó en Asia Central, en la región de Altai, desde donde radió a otros lugares.

Ya en la época contemporánea, las primeras carreras de esquí se celebraron en Noruega entre 1850 y 1860, tras las innovaciones de Sondre Nordheim realizadas en Telemark.

Nordheim esquiando al estilo Telemark (historia del esquí)
 A partir de este momento empezó a popularizarse este deporte, gracias a la travesía de Nansen en 1888, a través de Groenlandia, toda una gesta de este gran personaje. Después hubo otros pioneros, como Mathias Zdarsky o Arnold Lunn, el inventor del slalom, en 1911. Desde entonces se han creado federaciones y multitud de campeonatos, lo que ha generado una gran afición de carácter puramente estacional. En todo el territorio español existen más de 40 estaciones de esquí alpino y de fondo.

Hay multitud de modalidades de esquí, la más conocida (y agresora del medio) es el esquí alpino, ya que depende de la estaciones de esquí. Esta modalidad se desarrolla en pistas descendentes de diferente dificultad, de muy fáciles (verdes), fáciles (azules), difíciles (rojas) y muy difíciles (negras). Para acceder a la parte superior de estas pistas es imprescindible la ayuda de los remontes mecánicos, con telesillas, telesquís y telecabinas.

También tenemos el esquí de travesía, que es un paseo, más bien horizontal, por el campo nevado, sin ayudas. Muy parecido al puro montañismo, y no tan lesivo para el medio ambiente. Otra modalidad parecida es el esquí de fondo o nórdico, en el que el deportista se desliza con esquíes y bastones por circuitos ya trazados. Para ello también existen estaciones especializadas. Hay otras modalidades menos conocidas y practicadas:  snowboard,  monoesquí, heliesquí, motoesquí, Telemark, trineos o parapente con esquíes. Nos vamos a centrar especialmente en los impactos del esquiador alpino y de fondo y, especialmente, en las estaciones de esquí.

En invierno, el suelo de algunas zonas en altitud se cubre de una gruesa capa de nieve, que lo protege de las actividades humanas de otras épocas del año. De la misma forma, también la vegetación queda protegida y aislada del viento gélido y las bajas temperaturas, favoreciendo su conservación y "descanso". Sin embargo, todas las benéficas propiedades protectoras de la nieve únicamente ocurren cuando su espesor es suficientemente grande.

Gruesa capa de nieve en Sierra Nevada (Pixabay)
Sin embargo, en la línea de árboles, zona de transición entre la vegetación baja de alta montaña, cubierta, y los grandes árboles alpinos, el espesor de la nieve desciende, y algunas plantas afloran sobre la nieve. Aquí es donde los jóvenes y tiernos rebrotes pueden ser arrancados por los esquiadores, cuando pasan por lugares cercanos a este límite, lo que incide en la correcta regeneración del bosque, y en la huida del los animales que allí viven, por la desaparición de su hábitat. Un ejemplo sería el topillo nival o neverón, que puede vivir cerca de estos entornos, en Sierra Nevada o en el Sistema Central.

El topillo nival, un auténtico superviviente (El Guadarramista)
Esta fauna también puede verse afectada por la práctica del esquí fuera de pistas o caminos acondicionados para esta actividad. El invierno es un periodo crítico para muchas especies animales, ya que la temperatura es muy baja y escasea la comida. Algunas han resuelto el problema hibernando, reduciendo su metabolismo al mínimo, lo que les permite vivir a expensas de sus reservas de grasa durante los meses invernales.

Otros animales presentan diferentes estrategias, como ralentizar sus actividades vitales con el fin de ahorrar el máximo de energía.

De esta forma, la presencia continuada de esquiadores en su hábitat puede resultar en la huida del animal y abandono de su refugio, con el gasto energético extra que esto le supone, lo que compromete su propia supervivencia.

Esquí de fondo en España (Mundo Deportivo)
Según algunos estudios realizados en países alpinos, la incursión de esquiadores en algunos bosques ha provocado alteraciones en determinadas poblaciones de urogallos, rebecos y corzos. En España este hecho no es tan habitual debido a que las prácticas de esquí suelen confinarse a las propias estaciones.

En cuanto a la práctica del esquí en pista o circuitos señalizados, los esquiadores pueden causar escasos daños, puesto que el impacto ambiental ya se ha producido antes, durante la fase de construcción de las mismas. De todas formas, en España tenemos el problema ubicuo, que comparten esquiadores, excursionistas, ciclistas, cazadores, organizadores de carreras y todo lo que se menee en el campo, es el abandono indiscriminado de basura. Es, por ello, necesario tener presente que toda la basura dejada sobre la nieve emergerá milagrosamente cuando ésta ya no exista, dejando un panorama verdaderamente desolador, ya que la materia orgánica y los restos biodegradables tardan mucho más en descomponerse en suelos nevados.

Volveremos a insistir sobre el impacto ambiental del esquí en una próxima entrada dedicada a las estaciones de esquí, lugar de peregrinaje de tantos y tantos aficionados.

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