Continuamos la entrada anterior dedicada a las bacterias y otras interesantes inmundicias, siempre siguiendo el hilo argumental del libro de Bruno P. Kremer Manual de Microscopía. Como siempre todas las fotos son de un servidor a menos que se diga lo contrario, y en la redacción de esta entrada no hay IA ni nada parecido.
En esta entrada vamos a comenzar a explorar la célula eucariota, el ladrillo básico de organismos pluricelulares como el que escribe y suscribe. Como es asunto algo espeso y el libro de Kremer comienza directamente con la interioridad de la célula -es decir, los orgánulos que flotan dentro de ella- quizás sea buena idea intentar observar la célula desde fuera, e ir haciendo zoom de aproximación en próximas entradas del blog.
Vamos a contar con otra ayuda importante, nada más y nada menos que del padre de la neurociencia, puto amo de la microscopía vintage, fotógrafo pintoresco, viajero impenitente y lenguaraz por la España ahora despoblada y culturista decimonónico sin creatina ni proteína whey: don Santiago Ramón y Cajal. Tiro de estantería con su publicación más icónica para la descripción de las células animales: los Elementos de histología normal y de técnica micrográfica, que puede consultarse y descargarse en este enlace.
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El tocho de Cajal |
Para las células vegetales vamos a tirar del excelente Atlas de Microscopía de Bernís Mateu, ya que resuelve lo que haiga falta del mundo microscópico.
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Del Atlas de Microscopía |
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Preparaciones de morfología celular |
Además, así aprovecho para observar unas preparaciones setenteras que tenía en un olvidado cajón, compradas en el Rastro de Madrid y producidas en los años 70 u 80 por la mítica ENOSA, la empresa nacional de óptica de España. Compañía que, por cierto, produjo algunos aparatos muy interesantes y de buena calidad, que se distribuían en colegios e institutos a mediados del siglo XX.
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Células a cascoporro |
Comenzamos por una preparación cogida al azar, sin orden ni concierto: a bajos aumentos aparece un mar de lo que parecen burbujas de aire: unas células cilíndricas, obtenidas de un corte transversal de un tallo vegetal. Estas células, que en la mayoría de los tallos vegetales son de sección poligonal, aparecen aquí circulares, quizás por poseer una pared algo más rígida y menos maleable. Pertenecen al parénquima medular, una serie de vasos que sirven para el transporte y almacenamiento de sustancias a los diferentes tejidos de la planta.
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Células cilíndricas y parénquima aerífero, bajos aumentos |
En algunas zonas de aprecia que no hay células, unicamente un espacio intersticial: quizás se trate del parénquima aerífero o aerénquima, por donde circulan gases y, en algunas especies, actúan como vesículas que permiten a la planta flotar en el agua.
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Células cilíndricas y parénquima aerífero, aumentos medios, contraste de fase |
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Células esféricas, bajos aumentos |
A mayores aumentos se distingue la pared y el contenido celular, con una mancha central oscura. La cinta que rodea la célula es realmente curiosa y de aspecto aerodinámico, lo que me hace pensar que se trata de células de polen, aunque no estoy seguro. Si el querido lector lo sabe, que se manifieste.
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Células esféricas, altos aumentos, contraste de fase |
Continuamos con unas células fibrosas, que a buen seguro hará recordar la anterior entrada sobre minerales, arenas y tejidos.
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Células fibrosas, aumentos bajos |
A altos aumentos se pueden distinguir hasta sus núcleos celulares, como pequeños puntos en las fibras.
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Células fibrosas, aumentos altos |
Proseguimos con el mundo vegetal, con uno de sus componentes más idiosincráticos: las células pétreas o esclerenquimáticas, que constituyen las partes más duras y leñosas de la planta. En la siguiente imagen -posiblemente el corte de alguna madera- se aprecian las pequeñas células ya muertas y lignificadas, que parecen granos de arena, entrelazadas a unas fibras longitudinales de aspecto correoso. Un material duro como la vida, no cabe duda.
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Células pétreas, bajos aumentos |
Subiendo aumentos se aprecian mejor estas células de aspecto arenoso, de ahí lo de "pétreas". En la imagen aparece, a la derecha, surge un extraño glomérulo que parece un riñón en miniatura. Si alguien sabe lo que es, que se manifieste.
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Células pétreas, altos aumentos, y extraño glomérulo |
Proseguimos con las células engrosadas, pertenecientes a la parte blanda, sin lignificar, del tallo vegetal: el colénquima. Al microscopio se confunden con las células musculares, aunque estas poseen paredes mucho más gruesas.
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Células engrosadas, bajos aumentos |
A mayores aumentos se aprecia este engrosamiento y lo juntas y empaquetadas que están estas células, como si estuvieran comprimidas. Aunque no se trata de un tejido leñoso, está claro que es duro aunque algo flexible, cosa que no puede decirse de un tallo lignificado.
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Células engrosadas, altos aumentos |
Continuamos con más células vegetales, esta vez unas células poligonales que podrían servir para el transporte de líquidos a lo largo del tallo vegetal: unas células del xilema cortadas transversalmente, que se encargan de transportar la savia de la raíz a las hojas de la planta.
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Células poligonales, bajos aumentos |
Subiendo los aumentos se aprecian los hexágonos, algunos deformados, que forman las paredes celulares.
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Células poligonales, altos aumentos, contraste de fase |
Continuamos con las células escuamiformes, es decir, con forma de escama. También se llaman escamosas, y suelen encontrarse en los epitelios de tejidos animales. Las células escamosas más fáciles de observar son las células del epitelio bucal, que se parecen, en cierto modo, a las aquí expuestas.
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Células escuamiformes, bajos aumentos |
Estas células escuamiformes presentan un aspecto peculiar, ya que parecen las semillas de algún árbol, de esas que se dejan arrastrar por el viento a grandes distancias. Incluso, a mayores aumentos, algunas de ellas parecen insectos alados o, más bien, pequeñas medusas gelatinosas. Como habrá podido detectar el perspicaz lector, no tengo ni idea de si estas células son animales o vegetales, y mucho menos la especie o tejido al que pertenecen.
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Células escuamiformes, altos aumentos, contraste de fase |
Continuamos con algo más fácil: las células elípticas, que parecen minúsculos melones gracias a su forma oblonga, maciza, densa.
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Células elípticas, bajos aumentos |
Estas células -que parecen pertenecer a una semilla o polen- parecen pequeños huevos, con una cáscara dura y gruesa y un contenido celular oscuro, denso, donde el núcleo de la célula no resulta patente.
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Células elípticas, altos aumentos |
Continuamos con las células silíceas, es decir, las compuestas por sílice, dióxido de silicio o cuarzo, su denominación más habitual. En este caso, las células son muy fáciles de identificar: se trata de las ubicuas diatomeas, pequeños seres vegetales y acuáticos, fundamentales para el equilibrio de los ecosistemas.
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Células silíceas |
A mayores aumentos se aprecia la estructura de estas algas transparentes, consistentes en un caparazón de sílice que simula una caja -frústula, compuesta de epiteca e hipoteca- y el contenido celular del alga, normalmente verdoso debido a la presencia de clorofila.
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Células silíceas, altos aumentos, contraste de fase |
Proseguimos con las células punteadas, en una preparación compleja ya que se observan dos tipos de células: parece tratarse de un corte histológico de una mucosa. En la imagen siguiente se aprecian unas células oscuras, más redondeadas y de paredes más finas. Las superiores poseen una pared muy gruesa, donde aparecen punteaduras o canales que comunican las células entre sí.
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Células punteadas, bajos aumentos |
A altos aumentos se aprecian estos puntos redondeados, que parecen distribuirse por toda la pared celular.
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Células punteadas, altos aumentos |
Terminamos de examinar la caja de preparaciones de ENOSA, dedicada a la morfología celular, con un hongo, y en concreto con sus hifas, los filamentos que forman el micelio del hongo. A bajos aumentos prácticamente no se distinguen las hifas, parece más bien un tejido deshilachado donde no se distinguen las células individuales.
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Hifas de hongo, bajos aumentos |
A altos aumentos más de lo mismo: una papilla informe de escaso atractivo que recuerda a la atmósfera de Júpiter, con sus torbellinos, manchas rojas y tormentas.
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Hifas de hongo, altos aumentos |
Con esta bajona damos por terminada esta entrada, sencilla pero interesante porque sirve para entrar en el interior de la célula conociendo, de antemano, sus diferentes "formatos". En la siguiente entrada entraremos -valga la redundancia- en el interior de la célula, para observar lo que allí flota, si es que se deja ver dada su pequeñez.
CONTINUARÁ
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