Continuamos nuestro viaje en América del Norte, continente tremendamente escénico, de paisajes abiertos, enormes, magníficos, solitarios, especialmente a lo largo y alrededor de las Montañas Rocosas. Allí, al sudoeste del estado de Colorado, se encuentra el Parque Nacional de Mesa Verde, de visita imprescindible por la soledad del entorno (exceptuando las hordas de turistas), la calidad paisajística, el interés arqueológico y, sobre todo, por lo bien organizado que está, con sus simpáticos rangers que contribuyen decisivamente a la preservación de tan singular paraje.
Mesa Verde con sus grupos de turistas, entre los que se incluye el autor. En la cornisa se aprecian las manchas negruzcas causadas por la proliferación de cianobacterias (La Gaceta de Gea) |
Planta del Palacio del Acantilado de Mesa Verde. Las kivas redondas y las viviendas entre ellas me recuerdan -aunque no tienen nada que ver- algunos castros gallegos y asturianos, como el de Coaña (nps.gov) |
El Castillo de Montezuma (National Parks) |
Vámonos a África, concretamente a Ghana. En el norte del país y muy cercano al río Volta tenemos la villa de Seripe. Debo confesar que no he encontrado información de este hábitat en internet, únicamente en el libro Earth-Sheltered Habitat, de Gideon S. Golany. He escaneado la zona con Google Earth y tampoco he encontrado el asentamiento troglodítico, por lo que sospecho que ya no existe.
Dibujo del hábitat de Seripe, Ghana (Earth-Sheltered Habitat) |
De forma similar, el acceso a las viviendas se produce por una escalera portátil de madera que baja hacia los patios. Los techos planos de las habitaciones se usan para las reuniones comunales, como tendedero de ropa y secadero de alimentos, así como zona de juegos infantiles. El material de construcción de los muros es una mezcla de serrín, barro y excrementos de vaca.
Aunque, realmente, no sea éste un hábitat puramente troglodítico, comparte con ellos las mismas características bioclimáticas, ya que las pérdidas y ganacias de calor son mínimas, obteniéndose un clima similar.
Hábitat troglodítico de Bandiagara, Mali (World Monuments Fund) |
Bajo el enorme escarpe se agolpan multitud de construcciones de adobe: viviendas, graneros, altares, santuarios y los Togu Na, unos curiosos espacios comunales (solo para hombres, como era previsible) abiertos por sus extremos y cubiertos por un entramado de ramas, a baja altura, sostenido por pilares de madera tallados con esculturas pro-fertilidad y demás tótems. Hay que entrar agachado, y dentro se discuten asuntos administrativos, los mozos se echan la siesta o fabrican utensilios de artesanía. Las mujeres con el período pasan el trance, aisladas, en una construcción circular, por si fuera contagioso. Las calles son simplemente los espacios intersticiales entre las construcciones, no hay planificación urbana alguna.
Casas-cueva de Guadix, España (Andalucia.org) |
Las casas-cueva son bastante peculiares, ya que suelen disponer de una fachada blanquísima, enjalbegada al estilo andaluz, a la que se adosan elementos como poyos, jardineras, hornacinas o tejadillos, además de presentarse la entrada a la cueva y ventanas de todos los tamaños, que iluminan levemente las estancias. En el exterior aparecen unas curiosas chimeneas de ventilación. Dentro de la cueva, las estancias poseen techos abovedados, hornacinas que hacen de armarios y todas las comodidades disponibles en el siglo XXI. Porque una cosa es ser troglodita -con todas sus ventajas bioclimáticas- y otra, muy distinta, es vivir en la Edad de Piedra.
Apetecible aunque troglodítico interior de la casa-cueva "La Tala", en Guadix (Casa La Tala) |
Terminamos las dos entradas de Trogloditas por el Mundo señalando que existen muchos asentamientos troglodíticos diseminados por el planeta, algunos habitados en la actualidad y otros esperando tiempos mejores. Quizás lleguen: con el calentamiento global previsto no sería mala idea volver a la cueva o, al menos, imitar su comportamiento climático en los edificios actuales, cosa no tan sencilla.
Tiempo al tiempo.
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