miércoles, 21 de agosto de 2024

Incursiones cotidianas: Madrid, circunvalando Usera (y II)

Continuamos nuestra circunvalación del distrito madrileño de Usera donde lo dejamos, en el Jardín Vecinal de la calle de las Hijas de Dios, frente al antiguo Cine Lux.

Jardín ilustrado

Llego a una bifurcación de calles; el espacio triangular que marca el ángulo agudo se ocupa por una gran fuente circular con banco corrido, que los lugareños aprovechan como debe ser. A la derecha queda el reseco edificio de la Agencia Tributaria, mejor cruzar los dedos.

Cojo la calle que sale en diagonal a la izquierda, en dirección NO. A la derecha encuentro el mercado de Jesús del Gran Poder (1961), el mercado del barrio de Moscardó, con sus líneas horizontales en ladrillo y su precioso rótulo vintage vertical.

Mercado de Jesús del Gran Poder

Subo la escalinata de acceso al primer nivel, bajo una fina marquesina en voladizo que remarca la horizontalidad del edificio: me presta, muy guapa. 

Lo habitual en un mercado que (aún) se precie

Me saludan una frutería -de impecable y ordenada disposición frutera- y un puesto de jamones y embutidos, en el que unas señoras pegan la hebra con el dependiente, quizás tratando de elegir entre la míriada de productos cárnicos de alta calidad nutricional.

Al final del pasillo central encuentro un puesto de libros, que me sorprende al ser la primera vez que veo una librería en un mercado, aunque también puede ser que el que escribe aún tenga poca calle. Hay un montón de ellos, bastante bien ordenados para lo que podría ser.

Librería nutritiva

Aprovecho un cubículo al fondo del mercado para vaciar la sentina, acto de extrema utilidad cuando se está procediendo a una exploración extrema como la que nos ocupa.

Salgo más a gusto que un arbusto, y prosigo hasta que encuentro la calle principal del distrito, Marcelo Usera, muy animada su montón del pequeñas tiendas de barrio. Tiro en dirección SO hasta llegar a una curva a la derecha, con una sucursal bancaria -de esas que te venden la burra- en un edificio aplacado en blanco, y cruzo una calle más hasta encontrar la calle de la Pilarica, que cojo a la derecha.

Al poco encuentro una iglesia de fachada en color crema, con tres arcos inferiores -incluyendo la puerta- y un frontón con arquillos ciegos de clara inspiración neomudéjar: es la parroquia de Cristo Rey de Usera (1941), edificada sobre la capilla del Carmen de la Colonia Municipal, destruida a principios de la Guerra Civil (1936).

Santo Cristo de Usera
Acceso al interior, fresco y recogido, silencioso, muy agradable con su linterna iluminando cenitalmente la cúpula, sostenida por pechinas con forma de concha. Licht! Mehr licht!, como diría Goethe.

Interior solitario

Salgo renovado, tras una breve meditación centrada en contar respiraciones como un loco. Sigo hasta cruzar la calle de Amparo Usera, donde encuentro un Centro de Mayores (1995) de aspecto posmoderno y carcelario a partes iguales. En la truncada esquina, un balcón semicircular y un triángulo intentan, sin conseguirlo, aportar gracejo al conjunto. Eso sí, esto no es óbice para que cumpla bien su función social, de eso no me cabe la menor duda.

Centro de Mayores feo IMHO
Al otro lado, una fuente circular rodeada de palmeras da la bienvenida a la calle Mirasierra. Observo una torreta eléctrica de las antiguas, difuminada tras el aerosol de los chorros de la fuente.

Fuente en la calle Mirasierra

Sigo por la calle Mirasierra en dirección NO; a la izquierda aparece la tapia del estadio Román Valero (1965), el estadio del Club Deportivo Colonia Moscardó, un no tan modesto equipo de fútbol porque el terreno en cuestión vale una pasta: podrían vendérselo a la autoridad competente para hacer viviendas sociales, por ejemplo. De frente, la estación de metro de Usera, por si hay que proceder a la huida.

Estación de metro y muro del estadio Román Valero

Avanzo por la calle Mirasierra hasta que encuentro, en cruce con la calle de las Calesas, la escuela municipal infantil "Pensamiento" (2019), con sus recortados volúmenes en chapa vertical y balcones semiabiertos en chapa corten; buen lugar para pasar el rato de cero a cinco años.

Escuela infantil chula

Al otro lado de la calle, un centro de salud con su correspondiente trajín. Tiro por la calle de las Calesas en dirección NE hasta llegar al parque Amarillo, un espacio apto para el botellón y para socializar sacando el perro a cagar; la recogida de ambos excrementos es opcional y a discreción del consumidor, por eso de que Madrid es la tierra de la libertad, como expresan con entusiasmo sus autoridades autonómicas.

Llego a la calle de la duquesa de Santoña, internándome en la colonia Salud y Ahorro (1928), uno de los grupos urbanísticos dedicados a las "casas ultrabaratas", con viviendas de hasta 40 metros cuadrados y cuatro dormitorios: mejor hacer un archivo comprimido metiendo a la prole dentro. Me recibe un conjunto de bloques lisos de cuatro alturas, cuya única -y muy interesante- gracia es la marquesina que cubre los portales, con finos pilares de fundición que recuerdan al mejor art-decó europeo.

Viviendas de la colonia Salud y Ahorro, en la calle duquesa de Santoña

Alcanzo la calle de la Cuesta en su esquina con la calle de Mariblanca, encontrando las viviendas de la colonia Valdenúñez (1932), de aspecto racionalista con sus balcones rematados de forma semicircular. La esquina entre bloques se articula de excelente factura, cortando el ángulo agudo de los bloques y dejándolos como fachada, sobre una terraza en planta baja. Denota buen gusto arquitectónico, y merece, por ello, una buena mano de pintura, qué menos.

Colonia Valdenúñez: esquina racionalista aunque kutre

Regreso por la calle de Mariblanca, en dirección SO, adentrándome otra vez en la colonia Salud y Ahorro. En las calles perpendiculares aparecen los bloques de cuatro alturas con sus porches metálicos art-decó, en sucesión regular.

Colonia Salud y Ahorro: preciosos porches

Sigo por la calle de la Cuesta y driblo a la derecha por la calle Escuelas; a la izquierda aparece la tapia del IES Pedro Salinas (1965). Al frente surge la poderosa torre de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (1957), edificio muy severo perteneciente a un complejo educativo.
Iglesia con colegio, o al revés
Al fondo un paso elevado y, a la izquierda, una escalinata me devuelve de nuevo a la Colonia Salud y Ahorro aunque, en este caso, los bloques están más cuidados, con sus pérgolas pintadas de colores y las fachadas decoradas con zonas en ladrillo visto. Estoy en la calle del General Marvá, por cierto.
Colonia Salud y Ahorro: viviendas de una altura

A un lado de la calle, viviendas de una sola altura, gentrificables a tope. Al otro, bloques de tres alturas entre los que surge un pasaje peatonal tras un arco de granito.

Me cuelo por el callejón: qué bonito, unas estructuras metálicas en forma de escalera hacen de falsa bóveda; la luz cae sobre un reloj de sol con números árabes de inspiración modernista.

Pasaje precioso con gnomon
Llego a la calle Goyeneche. De frente, el colegio público Jorge Manrique (1940), construido como equipamiento de la colonia Valdenúñez.
Más porches en blanco, en calle Goyeneche

Llego a la calle del Dr. Carmena Ruiz, paralela a la autovía de Toledo, la A-42. De frente, tras las copas de los árboles surge la cubierta y torreta de la Central Telefónica Moscardó (1960), diseñada por Francisco Riestra Limeses, arquitecto especializado en este tipo de edificios.

La Central Telefónica Moscardó
Vuelvo sobre mis pasos y me cuelo en la calle Nochebuena, una calleja peatonal inserta dentro de la Colonia Moscardó de la Constructora Benéfica Belén (1953), compuesta de estrechas viviendas de dos alturas, adosadas, convenientemente tuneadas cambiando colores y materiales de fachada: ladrillo visto, revoco, piedra, modelos de toldos, etc.
La Colonia Belén, parece un pueblo
Cojo la calle Dr. Sanchís Banús, muy agradable con sus parterres y sus frondosos árboles. A partir del encuentro con la calle Plaza del Doctor Lucas vuelven a aparecer los ubicuos porches, gentrificables a tope.
No acabamos con los porches, pero molan mucho
Atravieso el conjunto en dirección sur, hasta llegar a la calle Salasierra. Aquí regresan los ubicuos bloques de ladrillo rojo con terraza (1979). La imagen urbana empeora ostensiblemente, aunque es de suponer que la gente vivirá mejor en estos bloques, más modernos que los anteriores: como podría decir Descartes, aquí hay un dualismo feo-y-vive-bien versus bonito-y-vive-mal.
Bloques anodinos en calle Salasierra
Llego al final de la calle, desembocando en la calle de Manuel Noya. En este punto aparecen los testeros de los bloques lineales del Grupo Marcelo Usera de la Obra Sindical del Hogar (1955), que ya conocimos en la entrada anterior de "Circunvalando Usera".
Bloques de cuatro alturas en calle de San Filiberto
Se trata de unos bloques lineales de cuatro alturas, perpendiculares a la calle San Filiberto, con espacios entre ellos dedicados al aparcamiento; me filtro por uno de ellos hasta llegar a la calle de San Filiberto.
Murallón permeable entre San Filiberto y Marcelo Usera
Aquí me topo con la trasera de unos bloques en U que se abren a la calle Marcelo Usera: en planta baja, pequeños locales comerciales y unas escaleras que suben al primer nivel, exento y transitable. Por encima, bloques horizontales de dos pisos y ventanales grandes y corridos. A travieso el conjunto y llego a una plaza ajardinada donde surgen, a modo de peine, unos bloques de siete alturas con balcones corridos, de aspecto moderno y limpio, aspecto evidenciado por sus toldos, todos iguales.
Bloque en peine muy bonito, dando a Marcelo Usera
Regreso a San filiberto bajando las escaleras, encontrando, un poco más hacia el E, la parroquia de la Virgen de la Fuensanta (1994), con su sencillo muro de ladrillo rojo.
Parroquia Virgen de la Fuensanta, en la calle de San Filiberto

Accedo al interior encontrando un espacio recogido, algo oscuro para mi gusto. La cubierta tiene bastante movimiento, elevándose en los laterales y en el centro, donde surge, sobre el altar, un pequeño lucernario.

Oscuro interior de la parroquia de la Fuensanta
Salgo y me cuelo entre dos bloques de 13 alturas, diagonales a la calle Marcelo Usera. Bajo el cachondo mural "La Caída" de TTMan, a la izquierda, me sorprende la tipografía vintage del cartel de un bar: pequeños detalles que te alegran la vida.
Bloque diagonal y mural naïf, con cartel de bar

Alcanzo la plaza de Fernández Ladreda con la intención de finalizar este recorrido que nos ha ocupado dos cómodas entregas. Es la hora de la salida del cole y del trabajo, por lo que la estación de metro e intercambiador de Plaza Elíptica (1981) no para de absorber y escupir gente.

Estación del Plaza Elíptica
Aquí finaliza el recorrido circular, de casi 10 kilómetros, circunvalando el distrito de Usera y explorando sus zonas fronterizas, tan interesantes como poco conocidas para el gran público. En otras entregas exploraremos detenidamente los entresijos de este distrito, a ver qué encontramos. Mucho, sin ninguna duda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada

Incursiones cotidianas: arquitectura de una playa invernal

Una de las actividades más placenteras -al menos para el que suscribe- es un paseo invernal por una playa desierta. Y si es un playazo, mejo...