Continuamos la entrada anterior dedicada a minerales, arenas y tejidos, siempre siguiendo el hilo argumental del libro de Bruno P. Kremer Manual de Microscopía. Sin embargo, en esta entrada me voy a detener en algunos productos domésticos que no aparecen en el libro, antes de pasar a la inmensidad de la materia orgánica. Es decir, un fuera de carta en toda regla, basado en todo lo que se puede echar mano en un domicilio convencional, exceptuando productos animales o vegetales.
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De momento aquí nos quedamos, en las telarañas |
En el manual, después de los textiles y tejidos, se introduce en la microscopía de telerañas. Como no consigo localizar ninguna en la casa echo mano de un sujeto ubicuo, algo de lo que ningún ser humano se puede deshacer, por limpio y aseado que sea, aunque algunos le profesen una inconsciente estima. Para más inri parece tener vida propia, un carácter muy suyo, como si contuviera una visión particular del universo a lo mónada de Leibniz: el polvo y su hermana mayor, la ubicua pelusa.
Así que ahí la encuentro, sola en una esquina, deseando fundirse con otras de su especie en un electrostático abrazo. La atrapo y la poso sobre el cubreobjetos, aplastándola cruelmente entre una gota de agua y el cubreobjetos. Se resiste, la jodía, a ser doblegada contra su voluntad.
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Pelusa aplastada |
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Pelusa, bajos aumentos: mix de fibras de poliéster y algodón |
Subiendo los aumentos se aprecia la textura de las fibras de algodón, con sus fibras longitudinales. Las de poliéster no poseen textura, al estar compuestas por un material plástico.
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Pelusa, aumentos medios, fibras de algodón |
También se aprecian otras fibras: algunas muy rectas, hirsutas, que pueden corresponder a fibras de lana o seda.
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Pelusa, aumentos medios, fibra de lana o seda (recta), algodón y poliéster |
Poco a poco la gota de agua de la preparación se ha secado, dejando unas pintorescas gotitas entre las fibras de la pelusa. Los haces de luz inferior salen disparados hacia todos los lados, lo que otorga a la imagen una cualidad casi onírica, surreal, causada por la difracción lumínica. Como dijo Paul Eluard: "hay otros mundos pero están en éste"
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La preparación se seca |
El papel de cocina, al poseer un bajo gramaje, es relativamente traslúcido al mojarse con agua. Al microscopio presenta las entrelazadas fibras vegetales bien definidas, que pueden ser de pasta de celulosa de madera o algodón, entre otras.
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Papel de cocina, aumentos medios |
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Papel de escritura, aumentos bajos |
Seguimos con un precioso sello de la serie turística de 1966, de los que apareció en la entrada "Territorios filatélicos", una de los más leídas del blog.
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Sello sobre el Teide (Canarias) |
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Tronco de palmera |
Vamos a pasar a los productos de limpieza; aquí hay mucho que rascar ya que la variedad es enorme.
Comienzo con el detergente "Cif", que limpia bastante bien váteres, cocinas y demás aperos domésticos de alto voltaje bacteriológico. Al microscopio, una vez seco, presenta pequeños cristales de arena, evidenciando porqué limpia tan bien: es moderadamente abrasivo.
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"Cif", rasca que no veas |
Seguimos con un producto peculiar, ni sólido ni líquido ni gaseoso: el limpia muebles en espuma. Al aplastar el producto entre el porta y el cubre aparecen las esperadas burbujas de aire -que parecen pequeñas lunas con cráteres- que empujan un río de micropartículas.
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Limpia muebles, con "lunas" y micropartículas |
Finiquitamos los productos de limpieza con un pequeño experimento: grasa y jabón. Así pues echo mano del famoso 3en1, mezclando una gota en el porta con detergente para vajillas, con agua.
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Grasa+detergente en porta batallero |
Sale una especie de coloide blanco con pequeñas burbujas que realmente son micelas, gotas de grasa aisladas por el detergente: la zona interior de las micelas está formada por moléculas polares lipofílicas (hidrofóbicas) y la exterior por moléculas apolares hidrofílicas (lipofóbicas).
Al microscopio se aprecia la lucha entre la grasa y el detergente, donde las micelas -llenas de grasa- se van uniendo unas con otras formando una micela más grande, que será fácilmente arrastrada con agua, gracias al comportamiento hidrofílico de su superficie.
En los bordes de la mezcla grasa+detergente+agua hay movimiento: el agua forma corrientes que se llevan las micelas como un río la hojarasca, hasta detenerse en las zonas más interiores de la muestra.
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Grasa+detergente, unión de micelas y río |
En las zonas interiores, donde la mezcla se detiene hasta que no se proceda al lavado, las micelas parecen planetas apelotonados en un cielo luminoso.
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Grasa+detergente: micelas como planetas |
Pasamos a los cosméticos, comenzando por un producto conocido por dejar los mofletes lisos como el culito de un mandril: el retinol, en este caso el del 1% de concentración. Esta sustancia no es más que una forma de la molécula de la vitamina A, y en este producto va unida al ácido hialurónico y otros productos, en suspensión de glicerina, que es lo que le otorga la textura cremosa.
Extendiendo una pequeña cantidad en el porta, sin agua, se aprecia dicha textura cremosa que hace interesantes juegos de luz, simulando la pintura de un aerógrafo.
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Retinol, aumentos bajos |
Al subir aumentos se aprecian mejor las vesículas de aire y las pequeñas partículas partículas, que serán convenientemente absorbidas por la piel del careto de cada cual, disminuyendo las arrugas provocadas por la (mala) vida.
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Retinol, aumentos medios |
Terminamos la microscopía de cosméticos con el pintauñas, un producto realmente interesante para estos menesteres.
Al microscopio se aprecian los cristales planos de color, el adhesivo transparente, cerdas sueltas del aplicador y burbujas de aire, en una composición muy plástica. Al final es como una pintura cualquiera, compuesta de un pigmento, un aglutinante y un disolvente.
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Cristales de pintauñas |
Terminamos la entrada con un par de productos comestibles más bien químicos, de los que no implican células vegetales o animales, éstos aparecerán en sucesivas entradas, cuando analicemos la célula y sus diferentes conformaciones.
El primero de ellos es la creatina monohidrato, un suplemento alimenticio que sirve, básicamente, para mejorar la función muscular, aunque posee múltiples beneficios en otros sistemas corporales, especialmente mejorando el nivel cognitivo. Así que si tu cuerpo físico ya tiene una edad, puedes incluir la creatina para ayudarte a tirar p'alante.
Al microscopio este polvillo blanco parece arena de playa muy fina en cristales tabulares, con su birrefringencia característica a la luz polarizada.
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Cristales de creatina monohidrato |
Seguimos con otro comestible: la salsa de soja, en este caso de la famosa marca "Kikkoman". Al microscopio, bajos aumentos, parece el suelo de una ciudad sumergida construida hace incontables eones por criaturas repugnantes, de las que podrían aparecer en una novela de H.P. Lovecraft.
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Salsa de soja, aumentos bajos |
Al subir aumentos se aprecian los extraños patrones de cristalización de la salsa de soja, consistentes en una especie de adoquinados longitudinales y transversales de diferentes tamaños, generalmente perpendiculares aunque también hay inclusiones diagonales.
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Salsa de soja, aumentos medios |
Finalizamos la entrada con un elemento que ya es parte del cuerpo humano, o casi, que quizás algún día se pueda implantar en el brazo para no perderlo nunca de vista: el móvil.
Al microscopio, bajos aumentos, y con la pantalla encendida -recordemos que un móvil no es, de momento, transparente- se aprecian los píxeles de color rojo, verde y azul (RGB), en un patrón diagonal.
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Pantalla del móvil, con píxeles RGB |
De esta forma tan tecnológica finalizamos esta entrada dedicada a la microscopía de cosas caseras. En las siguientes entradas de la serie Micropaisajes nos adentraremos en el apasionante mundo de las células, de lo
animado, de la vida, siguiendo el maravilloso libro de Bruno Kremer.
CONTINUARÁ
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