viernes, 5 de septiembre de 2025

Rutas anárquicas: el Tajo, de Toledo a la Puebla de Montalbán

Como el posible lector recordará, iniciamos una serie de nuestras rutas anárquicas siguiendo el curso del río Tajo, desde la ciudad de Toledo aguas arriba, hacia las fuentes del Tajo. El objetivo final es el de llegar a éstas y comprobar su parecido -o no- a las del Nilo, mucho más costosas de explorar para el que escribe, que no pasa de ser un mero explorador low cost.

En esta nueva serie de entradas navegaremos en dirección contraria, aguas abajo del Tajo -valga la rima fácil- hasta, al menos, la frontera con nuestros queridos vecinos portugueses. Es necesario reseñar que, en este blog en general y en esta entrada en particular, no hay rastro de IA -ni está ni se la espera- y todas las imágenes son propiedad del que escribe, a menos que se diga lo contrario.

Así pues comenzamos en la ciudad de Toledo, en la rotonda de inicio del camino de Albarreal de Tajo. Frente a la puerta de un restaurante de suculento nombre, tras haber ingerido un buen café mañanero, me topo con un hito kilométrico rojo del Plan Peña. "N-403 pk 0", aparece raspado en una de sus tres caras, como si a alguien le hubiera molestado la condena al ostracismo del mojón.

Hito que señala el menú del día

Tiro por un camino asfaltado paralelo a la nacional, en dirección sur, que desciende suavemente. Al fondo se recorta el skyline toledano, con el masivo y pesado Alcázar y las espigadas y puntiagudas torres de la Catedral. Ambiente fresco, impregnado de ese olor característico que poseen las vegas fluviales de cierta entidad.

Descendiendo al Tajo

Alcanzo un ancho camino de tierra, que discurre paralelo al bosque de galería del río. A la derecha, un chulo arco de piedra y ladrillo sostiene la N-403, el viejo Camino Real de Toledo a Valladolid ; a la izquierda, una estela de granito recuerda la muerte de una niña en las aguas del río, acaecida en 1998.

De cara al río, entre dos isletas fluviales, se encuentra la antigua y ruinosa central eléctrica de Río Chico o Buenavista, anclada a tierra firme por tres potentes azudes y un puente, por donde acceden los pescadores locales para hacer de las suyas. El antiguo molino, ya desaparecido, se denominaba "Lázaro de Buey" en época medieval, siendo reemplazado a mediados del siglo XX por la bonita central -con sala de turbinas incorporada- que se puede reconocer en la actualidad. 

Central de Buenavista

Cojo el camino -denominado cañada del Ejido, Camino Natural del Tajo y Camino de Santiago del Sureste- paralelo al Tajo en dirección O. Un poco más adelante, a la derecha, otra ruina industrial evocadora: una caseta de transformación, quizás ligada a las antiguas fincas de labor que por aquí abundaban. Existen interesantes iniciativas para convertir estas casetas -algunas de arquitectura bastante interesante- en refugios para la fauna amenazada.

Antigua caseta de transformación

Giro a la derecha, para recoger el vínculo que dejé junto al restaurante sabrosón. Cómodamente cojo el camino de Albarreal de Tajo en dirección O, dejando a la izquierda una fábrica abandonada en el paraje "Huerta de Pavón" y, a la derecha, una urbanización sin interés. Un poco más adelante, en el paraje "Los Lavaderos", observo, tras el tanque de tormentas de Estiviel, una ladera de aspecto arenoso, claramente sedimentario, compuesto por conglomerados y arenas arcósicas con cantos y bloques de tonalidades rojizas (cortesía del mapa de litologías del IGME).

Escarpe arenoso

Poco después alcanzo la autovía CM-40, que atravieso encontrando una caravana de camionazos que dejan un traslúcido rastro de polvo blanquecino. La respuesta está a la vista: una enorme cantera de áridos, de esas que proliferan, como setas, a orillas del Tajo. 

Prosigo, acojonado y echándome a la derecha, por el camino de Albarreal, estrecho aunque asfaltado, menos mal.

Arenero polvoriento

Asciendo levemente por la ladera del cerro Matanzas, en un paisaje de suave campiña; un cartel me indica que estoy en el Camino Real de Guadalupe, por caminos que no quede.

El camino desciende entre plantaciones de cereal, hasta cruzarse con una amplia pista que, a la izquierda, conduce a la EDAR de Estiviel. En el cruce, encuentro una granja que parece abandonada, compuesta de almacenes, una nave y una casa de oficina o vivienda.

Granja abandonada

Nada más acceder a la marchita casa de la izquierda, lo previsible: una pintada denota el estado emocional del ermitaño de turno.

Mensaje en la botella
Prosigo el polvoriento camino, por donde circulamos los enormes camiones y un servidor; me están dejando la carrocería para el arrastre.

A la izquierda, al otro lado del río y tras su llanura de inundación, aparecen las terrazas fluviales más cercanas y marcadas, con algo de vegetación en sus laderas.

Terrazas al otro lado del Tajo

Más adelante, junto antes de llegar a las Casas de Estiviel, la pista gira a la izquierda. Al poco, un camino sale a la izquierda, hacia una caseta de transformador en uso. Detrás, una isleta fluvial cubierta de vegetación.

Caseta, isleta y Tajo

Más adelante aparece una gran finca de regadío, con árboles cuidadosamente colocados en una matriz cuadrada. Junto al camino, un pintoresco depósito de agua recuerda a las planicies de Texas, pero sin dar miedito.

Depósito narigudo
Poco después, en el paraje "Dehesa Bergonza", emergen una serie de construcciones dedicadas a bodega, muy animadas con unos cuantos operarios entrando y saliendo. La uva que sale de esta finca, de alto rendimiento, se emplea para destilación.

Tras la finca, el camino se hace más estrecho y de firme más irregular. El único hito es un árbol seco, como el del ahorcado pero sin ramas: su única utilidad es que en su corteza está pintada la señal rojiblanca de los senderos de Gran Recorrido, en este caso del GR-113, el Camino Natural del Tajo

Árbol meditabundo

La pista sigue hasta que se topa de frente con el río Guadarrama -que entrega sus aguas al Tajo en esta ubicación- para driblar a la derecha, encajonada entre el Guadarrama y un cerrillo arenoso. A unos metros, me topo con el área de descanso "Mirador del Guadarrama", dotada de unos bancos ideales para retozar observando el frondoso bosque ripario y su fauna anexa. Ni tan mal, oiga.

Idílico

A los pocos metros, cuatro pequeños cipreses enmarcan la entrada de una finca particular, equipada de un curioso muro horadado por semicírculos. Justo después otra caseta transformadora en desuso, esta vez con los restos de la escalera de pates y aparataje eléctrico.

Y van unas cuantas

A partir de este punto la pista se hace más frondosa, en aproximación al Guadarrama. Gira bruscamente a la izquierda, salvando el río por un inundable puentecillo. Huele divino, en este bonito e inesperado rincón toledano.

Huele a Guadarrama

Muy cerca surge una hermosa y blanca construcción, equipada con los que parece una ermita, con su espadaña y todo: la casa de Cambrillos Viejos, rodeada por un grueso muro con contrafuertes de ladrillo. Parece ser que tan idílico lugar pudo estar ocupado por un campo de concentración de la Guerra Civil, casi nada. Al sur de esta propiedad, a los pies de la ascendente cuesta de la vega del Tajo, se encuentran vestigios de la contienda como un potente nido de ametralladora.

Casoplón de concentración
La pista asciende por un seco vallejo, en un paisaje estepario tapizado de aromáticas, ondulándose suavemente hasta alcanzar la ermita de la Esperanza Macarena, una sucursal de Sevilla en este aireado paraje de campiña. La ermita en sí, cerrada a cal y canto, no dice gran cosa, y se complementa con una especie de museo con carros y demás útiles labriegos: para BBCs y fiestas de guardar only.

La Macarena en Toledo
Desciendo la paramera hacia el pueblo de Albarreal de Tajo, inserto en una suave campiña. 

Llegando a Albarreal

Nada más llegar, tiro a la izquierda por la carretera vecinal TO-7741-V en dirección S., para tomar la carretera autonómica se segundo nivel CM-4000 en dirección a La Puebla de Montalbán. En unos siete kilómetros tomo el desvío en dirección S por la CM-4050, en dirección a Polán.

Al rato alcanzo unas casas blancas, algunas decoradas con portones azules, muy manchegos: las casas de Alcubillete, que sirvieron de campo de concentración -y ya van dos- provisional en la GCE. El despoblado de Alcubillete -en una finca privada como no podría ser menos- poseía una iglesia, un palacete y viviendas. Éstos se adivinan, emergiendo de la vegetación, a la izquierda de la carretera.
 

Alcubillete

Desde aquí parten varios senderos que llegan a las populares Barrancas de Burujón, una serie de espectaculares cárcavas que bordean la parte norte del embalse de Castrejón. 

Las Barrancas desde el merendero

Para otra ocasión: continuamos ruta hacia el sur, ya con el embalse a la izquierda. Al poco, un agradable merendero con vistas expansivas de la campiña y los Montes de Toledo. 

Esparcimiento lacustre

A la izquierda, las Barrancas; a la derecha, la presa del embalse de Castrejón, cuyas aguas vuelven al Tajo.

Presa

Al otro lado de la carretera, tras una alambrada, los paneles de un parque fotovoltaico simulan la formación en tortuga de los romanos: todos juntos, paralelos y mirando al mismo sitio.

En este enclave arranca el canal de Castrejón, una infraestructura hidráulica que desvía las aguas del Tajo hacia el embalse de El Carpio y la central eléctrica de Castrejón, que seguramente visitaremos en la próxima entrega. Además, parece que este canal es la bicoca para los pescadores, particularmente para pescar ciprínidos de competición.

Canalillo
Interesante spot, como decimos los aspirantes a GenZ de tres al cuarto. No contento con el hidráulico hallazgo, sigo por la carretera hasta que gira bruscamente a la izquierda, sobrepasando un puente sobre el Tajo. En la margen izquierda emerge una pintoresca ruina con el tejado a medio caer, quizás relacionada con el cercano palacio de Ventosilla, un poco más al oeste.

Abandono en la vega

Regreso por la misma carretera hasta el desvío, que tomo en dirección a La Puebla de Montalbán. A unos tres kilómetros, a la izquierda, cojo la gran pista de la Cañada Real Segoviana en dirección S, por eso de volver al río antes de entrar en La Puebla.

La ancha pista desciende suavemente entre campos secos de cereal; ni una sombra, qué calor. Más adelante comienzan a aparecer geométricos y lustrosos olivares, y algunos pinos piñoneros dan sombra a la vera del polvoriento camino. 

Sombra en la cañada

Diez minutos más tarde la pista se cruza con el Camino Natural del Tajo, que abandonamos al llegar a Albarreal. A partir de aquí circulamos en paralelo al canal de Castejón. Unos puentes alegran la vista, bastante "espiritual" por decir algo.

Fin de la etapa

Finalizamos la etapa al llegar al puente sobre el canal de Castrejón, delando la Puebla de Montalbán al N. En la próxima entrega seguiremos el Tajo aguas abajo, intentando alcanzar la gran ciudad de Talavera de la Reina.

CONTINUARÁ 

lunes, 1 de septiembre de 2025

Micropaisajes VII: el universo en una célula (I)

Continuamos la entrada anterior dedicada a las bacterias y otras interesantes inmundicias, siempre siguiendo el hilo argumental del libro de Bruno P. Kremer Manual de Microscopía. Como siempre todas las fotos son de un servidor a menos que se diga lo contrario, y en la redacción de esta entrada no hay IA ni nada parecido.

En esta entrada vamos a comenzar a explorar la célula eucariota, el ladrillo básico de organismos pluricelulares como el que escribe y suscribe. Como es asunto algo espeso y el libro de Kremer comienza directamente con la interioridad de la célula -es decir, los orgánulos que flotan dentro de ella- quizás sea buena idea intentar observar la célula desde fuera, e ir haciendo zoom de aproximación en próximas entradas del blog.

Vamos a contar con otra ayuda importante, nada más y nada menos que del padre de la neurociencia, puto amo de la microscopía vintage, fotógrafo pintoresco, viajero impenitente y lenguaraz por la España ahora despoblada y culturista decimonónico sin creatina ni proteína whey: don Santiago Ramón y Cajal. Tiro de estantería con su publicación más icónica para la descripción de las células animales: los Elementos de histología normal y de técnica micrográfica, que puede consultarse y descargarse en este enlace

El tocho de Cajal

Para las células vegetales vamos a tirar del excelente Atlas de Microscopía de Bernís Mateu, ya que resuelve lo que haiga falta del mundo microscópico.

Del Atlas de Microscopía
Así pues comenzamos con la morfología celular, la forma física de las células que da origen, por acumulación solidaria y ordenada -o desordenada, si incluimos los tumores-, a los tejidos animales y vegetales. Se podría decir que la célula es al tejido como el átomo a la molécula.

Preparaciones de morfología celular

Además, así aprovecho para observar unas preparaciones setenteras que tenía en un olvidado cajón, compradas en el Rastro de Madrid y producidas en los años 70 u 80 por la mítica ENOSA, la empresa nacional de óptica de España. Compañía que, por cierto, produjo algunos aparatos muy interesantes y de buena calidad, que se distribuían en colegios e institutos a mediados del siglo XX. 

Células a cascoporro

Comenzamos por una preparación cogida al azar, sin orden ni concierto: a bajos aumentos aparece un mar de lo que parecen burbujas de aire: unas células cilíndricas, obtenidas de un corte transversal de un tallo vegetal. Estas células, que en la mayoría de los tallos vegetales son de sección poligonal, aparecen aquí circulares, quizás por poseer una pared algo más rígida y menos maleable. Pertenecen al parénquima medular, una serie de vasos que sirven para el transporte y almacenamiento de sustancias a los diferentes tejidos de la planta.

Células cilíndricas y parénquima aerífero, bajos aumentos

En algunas zonas de aprecia que no hay células, unicamente un espacio intersticial: quizás se trate del parénquima aerífero o aerénquima, por donde circulan gases y, en algunas especies, actúan como vesículas que permiten a la planta flotar en el agua.

Células cilíndricas y parénquima aerífero, aumentos medios, contraste de fase
Seguimos con unas células muy curiosas, que, en esta preparación añeja, parecen pequeños soles o huevos fritos: las células esféricas. Constan, como su nombre indica, de una célula esférica -que parece un pequeño huevo- rodeada de una especie de cinta helicoidal.
Células esféricas, bajos aumentos

A mayores aumentos se distingue la pared y el contenido celular, con una mancha central oscura. La cinta que rodea la célula es realmente curiosa y de aspecto aerodinámico, lo que me hace pensar que se trata de células de polen, aunque no estoy seguro. Si el querido lector lo sabe, que se manifieste.

Células esféricas, altos aumentos, contraste de fase

Continuamos con unas células fibrosas, que a buen seguro hará recordar la anterior entrada sobre minerales, arenas y tejidos

Células fibrosas, aumentos bajos

A altos aumentos se pueden distinguir hasta sus núcleos celulares, como pequeños puntos en las fibras. 

Células fibrosas, aumentos altos

Proseguimos con el mundo vegetal, con uno de sus componentes más idiosincráticos: las células pétreas o esclerenquimáticas, que constituyen las partes más duras y leñosas de la planta. En la siguiente imagen -posiblemente el corte de alguna madera- se aprecian las pequeñas células ya muertas y lignificadas, que parecen granos de arena, entrelazadas a unas fibras longitudinales de aspecto correoso. Un material duro como la vida, no cabe duda.

Células pétreas, bajos aumentos

Subiendo aumentos se aprecian mejor estas células de aspecto arenoso, de ahí lo de "pétreas". En la imagen aparece, a la derecha, surge un extraño glomérulo que parece un riñón en miniatura. Si alguien sabe lo que es, que se manifieste. 

Células pétreas, altos aumentos, y extraño glomérulo

Proseguimos con las células engrosadas, pertenecientes a la parte blanda, sin lignificar, del tallo vegetal: el colénquima. Al microscopio se confunden con las células musculares, aunque estas poseen paredes mucho más gruesas. 

Células engrosadas, bajos aumentos

A mayores aumentos se aprecia este engrosamiento y lo juntas y empaquetadas que están estas células, como si estuvieran comprimidas. Aunque no se trata de un tejido leñoso, está claro que es duro aunque algo flexible, cosa que no puede decirse de un tallo lignificado.

Células engrosadas, altos aumentos

Continuamos con más células vegetales, esta vez unas células poligonales que podrían servir para el transporte de líquidos a lo largo del tallo vegetal: unas células del xilema cortadas transversalmente, que se encargan de transportar la savia de la raíz a las hojas de la planta. 

Células poligonales, bajos aumentos

Subiendo los aumentos se aprecian los hexágonos, algunos deformados, que forman las paredes celulares.

Células poligonales, altos aumentos, contraste de fase

Continuamos con las células escuamiformes, es decir, con forma de escama. También se llaman escamosas, y suelen encontrarse en los epitelios de tejidos animales. Las células escamosas más fáciles de observar son las células del epitelio bucal, que se parecen, en cierto modo, a las aquí expuestas.

Células escuamiformes, bajos aumentos

Estas células escuamiformes presentan un aspecto peculiar, ya que parecen las semillas de algún árbol, de esas que se dejan arrastrar por el viento a grandes distancias. Incluso, a mayores aumentos, algunas de ellas parecen insectos alados o, más bien, pequeñas medusas gelatinosas. Como habrá podido detectar el perspicaz lector, no tengo ni idea de si estas células son animales o vegetales, y mucho menos la especie o tejido al que pertenecen.

Células escuamiformes, altos aumentos, contraste de fase

Continuamos con algo más fácil: las células elípticas, que parecen minúsculos melones gracias a su forma oblonga, maciza, densa. 

Células elípticas, bajos aumentos

Estas células -que parecen pertenecer a una semilla o polen- parecen pequeños huevos, con una cáscara dura y gruesa y un contenido celular oscuro, denso, donde el núcleo de la célula no resulta patente.

Células elípticas, altos aumentos

Continuamos con las células silíceas, es decir, las compuestas por sílice, dióxido de silicio o cuarzo, su denominación más habitual. En este caso, las células son muy fáciles de identificar: se trata de las ubicuas diatomeas, pequeños seres vegetales y acuáticos, fundamentales para el equilibrio de los ecosistemas.

Células silíceas

A mayores aumentos se aprecia la estructura de estas algas transparentes, consistentes en un caparazón de sílice que simula una caja -frústula, compuesta de epiteca e hipoteca- y el contenido celular del alga, normalmente verdoso debido a la presencia de clorofila.

Células silíceas, altos aumentos, contraste de fase

Proseguimos con las células punteadas, en una preparación compleja ya que se observan dos tipos de células: parece tratarse de un corte histológico de una mucosa. En la imagen siguiente se aprecian unas células oscuras, más redondeadas y de paredes más finas. Las superiores poseen una pared muy gruesa, donde aparecen punteaduras o canales que comunican las células entre sí.

Células punteadas, bajos aumentos

A altos aumentos se aprecian estos puntos redondeados, que parecen distribuirse por toda la pared celular.

Células punteadas, altos aumentos

Terminamos de examinar la caja de preparaciones de ENOSA, dedicada a la morfología celular, con un hongo, y en concreto con sus hifas, los filamentos que forman el micelio del hongo. A bajos aumentos prácticamente no se distinguen las hifas, parece más bien un tejido deshilachado donde no se distinguen las células individuales.

Hifas de hongo, bajos aumentos

A altos aumentos más de lo mismo: una papilla informe de escaso atractivo que recuerda a la atmósfera de Júpiter, con sus torbellinos, manchas rojas y tormentas.

Hifas de hongo, altos aumentos

Con esta bajona damos por terminada esta entrada, sencilla pero interesante porque sirve para entrar en el interior de la célula conociendo, de antemano, sus diferentes "formatos". En la siguiente entrada entraremos -valga la redundancia- en el interior de la célula, para observar lo que allí flota, si es que se deja ver dada su pequeñez.

CONTINUARÁ 

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