Como el posible lector recordará, iniciamos una serie de nuestras rutas anárquicas siguiendo el curso del río Tajo, desde la ciudad de Toledo aguas arriba, hacia las fuentes del Tajo. El objetivo final es el de llegar a éstas y comprobar su parecido -o no- a las del Nilo, mucho más costosas de explorar para el que escribe, que no pasa de ser un mero explorador low cost.
En esta nueva serie de entradas navegaremos en dirección contraria, aguas abajo del Tajo -valga la rima fácil- hasta, al menos, la frontera con nuestros queridos vecinos portugueses. Es necesario reseñar que, en este blog en general y en esta entrada en particular, no hay rastro de IA -ni está ni se la espera- y todas las imágenes son propiedad del que escribe, a menos que se diga lo contrario.
Así pues comenzamos en la ciudad de Toledo, en la rotonda de inicio del camino de Albarreal de Tajo. Frente a la puerta de un restaurante de suculento nombre, tras haber ingerido un buen café mañanero, me topo con un hito kilométrico rojo del Plan Peña. "N-403 pk 0", aparece raspado en una de sus tres caras, como si a alguien le hubiera molestado la condena al ostracismo del mojón.
Hito que señala el menú del día |
Tiro por un camino asfaltado paralelo a la nacional, en dirección sur, que desciende suavemente. Al fondo se recorta el skyline toledano, con el masivo y pesado Alcázar y las espigadas y puntiagudas torres de la Catedral. Ambiente fresco, impregnado de ese olor característico que poseen las vegas fluviales de cierta entidad.
Descendiendo al Tajo |
Alcanzo un ancho camino de tierra, que discurre paralelo al bosque de galería del río. A la derecha, un chulo arco de piedra y ladrillo sostiene la N-403, el viejo Camino Real de Toledo a Valladolid ; a la izquierda, una estela de granito recuerda la muerte de una niña en las aguas del río, acaecida en 1998.
De cara al río, entre dos isletas fluviales, se encuentra la antigua y ruinosa central eléctrica de Río Chico o Buenavista, anclada a tierra firme por tres potentes azudes y un puente, por donde acceden los pescadores locales para hacer de las suyas. El antiguo molino, ya desaparecido, se denominaba "Lázaro de Buey" en época medieval, siendo reemplazado a mediados del siglo XX por la bonita central -con sala de turbinas incorporada- que se puede reconocer en la actualidad.
Central de Buenavista |
Cojo el camino -denominado cañada del Ejido, Camino Natural del Tajo y Camino de Santiago del Sureste- paralelo al Tajo en dirección O. Un poco más adelante, a la derecha, otra ruina industrial evocadora: una caseta de transformación, quizás ligada a las antiguas fincas de labor que por aquí abundaban. Existen interesantes iniciativas para convertir estas casetas -algunas de arquitectura bastante interesante- en refugios para la fauna amenazada.
Antigua caseta de transformación |
Giro a la derecha, para recoger el vínculo que dejé junto al restaurante sabrosón. Cómodamente cojo el camino de Albarreal de Tajo en dirección O, dejando a la izquierda una fábrica abandonada en el paraje "Huerta de Pavón" y, a la derecha, una urbanización sin interés. Un poco más adelante, en el paraje "Los Lavaderos", observo, tras el tanque de tormentas de Estiviel, una ladera de aspecto arenoso, claramente sedimentario, compuesto por conglomerados y arenas arcósicas con cantos y bloques de tonalidades rojizas (cortesía del mapa de litologías del IGME).
Escarpe arenoso |
Poco después alcanzo la autovía CM-40, que atravieso encontrando una caravana de camionazos que dejan un traslúcido rastro de polvo blanquecino. La respuesta está a la vista: una enorme cantera de áridos, de esas que proliferan, como setas, a orillas del Tajo.
Prosigo, acojonado y echándome a la derecha, por el camino de Albarreal, estrecho aunque asfaltado, menos mal.
Arenero polvoriento |
Asciendo levemente por la ladera del cerro Matanzas, en un paisaje de suave campiña; un cartel me indica que estoy en el Camino Real de Guadalupe, por caminos que no quede.
El camino desciende entre plantaciones de cereal, hasta cruzarse con una amplia pista que, a la izquierda, conduce a la EDAR de Estiviel. En el cruce, encuentro una granja que parece abandonada, compuesta de almacenes, una nave y una casa de oficina o vivienda.
Granja abandonada |
Nada más acceder a la marchita casa de la izquierda, lo previsible: una pintada denota el estado emocional del ermitaño de turno.
Mensaje en la botella |
A la izquierda, al otro lado del río y tras su llanura de inundación, aparecen las terrazas fluviales más cercanas y marcadas, con algo de vegetación en sus laderas.
Terrazas al otro lado del Tajo |
Más adelante, junto antes de llegar a las Casas de Estiviel, la pista gira a la izquierda. Al poco, un camino sale a la izquierda, hacia una caseta de transformador en uso. Detrás, una isleta fluvial cubierta de vegetación.
Caseta, isleta y Tajo |
Más adelante aparece una gran finca de regadío, con árboles cuidadosamente colocados en una matriz cuadrada. Junto al camino, un pintoresco depósito de agua recuerda a las planicies de Texas, pero sin dar miedito.
Depósito narigudo |
Tras la finca, el camino se hace más estrecho y de firme más irregular. El único hito es un árbol seco, como el del ahorcado pero sin ramas: su única utilidad es que en su corteza está pintada la señal rojiblanca de los senderos de Gran Recorrido, en este caso del GR-113, el Camino Natural del Tajo.
Árbol meditabundo |
La pista sigue hasta que se topa de frente con el río Guadarrama -que entrega sus aguas al Tajo en esta ubicación- para driblar a la derecha, encajonada entre el Guadarrama y un cerrillo arenoso. A unos metros, me topo con el área de descanso "Mirador del Guadarrama", dotada de unos bancos ideales para retozar observando el frondoso bosque ripario y su fauna anexa. Ni tan mal, oiga.
Idílico |
A los pocos metros, cuatro pequeños cipreses enmarcan la entrada de una finca particular, equipada de un curioso muro horadado por semicírculos. Justo después otra caseta transformadora en desuso, esta vez con los restos de la escalera de pates y aparataje eléctrico.
Y van unas cuantas |
A partir de este punto la pista se hace más frondosa, en aproximación al Guadarrama. Gira bruscamente a la izquierda, salvando el río por un inundable puentecillo. Huele divino, en este bonito e inesperado rincón toledano.
Huele a Guadarrama |
Muy cerca surge una hermosa y blanca construcción, equipada con los que parece una ermita, con su espadaña y todo: la casa de Cambrillos Viejos, rodeada por un grueso muro con contrafuertes de ladrillo. Parece ser que tan idílico lugar pudo estar ocupado por un campo de concentración de la Guerra Civil, casi nada. Al sur de esta propiedad, a los pies de la ascendente cuesta de la vega del Tajo, se encuentran vestigios de la contienda como un potente nido de ametralladora.
Casoplón de concentración |
La Macarena en Toledo |
Llegando a Albarreal |
Nada más llegar, tiro a la izquierda por la carretera vecinal TO-7741-V en dirección S., para tomar la carretera autonómica se segundo nivel CM-4000 en dirección a La Puebla de Montalbán. En unos siete kilómetros tomo el desvío en dirección S por la CM-4050, en dirección a Polán.
Al rato alcanzo unas casas blancas, algunas decoradas con portones azules, muy manchegos: las casas de Alcubillete, que sirvieron de campo de concentración -y ya van dos- provisional en la GCE. El despoblado de Alcubillete -en una finca privada como no podría ser menos- poseía una iglesia, un palacete y viviendas. Éstos se adivinan, emergiendo de la vegetación, a la izquierda de la carretera.
Alcubillete |
Desde aquí parten varios senderos que llegan a las populares Barrancas de Burujón, una serie de espectaculares cárcavas que bordean la parte norte del embalse de Castrejón.
Las Barrancas desde el merendero |
Para otra ocasión: continuamos ruta hacia el sur, ya con el embalse a la izquierda. Al poco, un agradable merendero con vistas expansivas de la campiña y los Montes de Toledo.
Esparcimiento lacustre |
A la izquierda, las Barrancas; a la derecha, la presa del embalse de Castrejón, cuyas aguas vuelven al Tajo.
Presa |
Al otro lado de la carretera, tras una alambrada, los paneles de un parque fotovoltaico simulan la formación en tortuga de los romanos: todos juntos, paralelos y mirando al mismo sitio.
En este enclave arranca el canal de Castrejón, una infraestructura hidráulica que desvía las aguas del Tajo hacia el embalse de El Carpio y la central eléctrica de Castrejón, que seguramente visitaremos en la próxima entrega. Además, parece que este canal es la bicoca para los pescadores, particularmente para pescar ciprínidos de competición.
Canalillo |
Abandono en la vega |
Regreso por la misma carretera hasta el desvío, que tomo en dirección a La Puebla de Montalbán. A unos tres kilómetros, a la izquierda, cojo la gran pista de la Cañada Real Segoviana en dirección S, por eso de volver al río antes de entrar en La Puebla.
La ancha pista desciende suavemente entre campos secos de cereal; ni una sombra, qué calor. Más adelante comienzan a aparecer geométricos y lustrosos olivares, y algunos pinos piñoneros dan sombra a la vera del polvoriento camino.
Sombra en la cañada |
Diez minutos más tarde la pista se cruza con el Camino Natural del Tajo, que abandonamos al llegar a Albarreal. A partir de aquí circulamos en paralelo al canal de Castejón. Unos puentes alegran la vista, bastante "espiritual" por decir algo.
Fin de la etapa |
Finalizamos la etapa al llegar al puente sobre el canal de Castrejón, delando la Puebla de Montalbán al N. En la próxima entrega seguiremos el Tajo aguas abajo, intentando alcanzar la gran ciudad de Talavera de la Reina.
CONTINUARÁ
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