miércoles, 31 de julio de 2024

Incursiones cotidianas: Madrid, circunvalando Usera (I)

Seguimos con otra entrega de la serie "incursiones cotidianas", esta vez dedicada a Usera, un distrito con mucha personalidad, antaño dedicado a la recepción de emigrantes de otras zonas de España y hoy transformado en el modernillo barrio chino de la capital, lugar privilegiado de propuestas gastronómicas y artísticas. En esta ruta mañanera vamos a circunvalar la zona central del distrito dejando fuera los barrios de Orcasitas y Orcasur, que ya exploramos en otra entrada. Al tener mucha chicha a pesar de no llevar más de tres horas de caminata, voy a dividir el recorrido en dos cómodos fascículos, por eso de no aburrir al personal.

Salgo de la boca del metro de Plaza Elíptica, frente al colegio San Viator. Gente por todos los lados, ambiente frenético; cruzo la A-42 hasta alcanzar el inicio de la calle de Marcelo Usera, vía principal del distrito que lo divide en dos, de oeste a este.

Un colorido mural me da la bienvenida al barrio de Moscardó, el más norteño de Usera. Se trata de "La Caída", de un tal 3TTman, unas criaturas que caen cachondeándose de todo y de todos. El argumento es quizás algo tontuno, pero es divertido y los colores son agradables: thumbs up, como diría Nerón.

Mural "La Caída"

Por cierto, este mural se sitúa en el testero de un denso bloque de viviendas de 13 alturas, diagonal a la calle Marcelo Usera, perteneciente al Grupo Marcelo Usera  de la Obra Sindical del Hogar (1955), un conjunto de protección oficial de bloques abiertos situados en diagonal, paralelos o perpendiculares a las calles, que forman sombríos y agradables espacios entre ellos.

Cojo la calle de San Magín, hacia el S. De frente, unos bloques de 5 alturas dotados de las típicas "chimeneas" de ascensores instalados a posteriori. Unos cedros de buen porte enmarcan el paisaje urbano, con el añadido sonoro de la ubicua verborrea de las cotorras argentinas, animadas por el frescor de esta mañana de julio.

Bloque con "chimeneas", en calle San Magín

Tiro por un espacio ajardinado, entre dos bloques, hasta encontrar una oficina de Correos bastante escondida, como sin ganas de hacerse notar. Detrás encuentro la plaza de San Elías, con su obligatorio parque infantil bordeado por unos interesantes bloques de 6 alturas con torre de ascensor central, lo que les otorga una severa simetría con tres balcones y tres ventanas a cada lado, por piso. Qué tranquilidad, oiga.

Bloque simétrico en plaza de San Elías

Sigo por la calle de San Elías hasta llegar al parque de Olof Palme (antes llamado cerro del Basurero), donde encuentro una fuente ornamental de fuerte simbolismo, que parece no pegar mucho en esta zona tan popular. En un lado encuentro el caduceo de Hermes, el más canallita de los dioses del Olimpo, patrono de peregrinos, senderistas, ladrones, mensajeros y demás gente de mal vivir: una navaja suiza hecha dios. Por cierto, el caduceo -con su doble serpiente enroscada- simboliza el comercio, siendo fácilmente confundido la vara de Esculapio que, con una sola serpiente, simboliza la medicina. También se dice, se cuenta, se piensa, que Hermes fue un personaje histórico llamado el Trismegisto, el tres veces grande, que escribió el apasionante Corpus Hermeticum, la biblia de los alquimistas, de claro sabor neoplatónico.

Fuente con el caduceo de Hermes

Cojo la calle de Cerecinos en dirección sur, encontrando el CEIP República de Venezuela, con un edificio de aulas de aspecto moderno dotado de una rotunda retícula de tres alturas.

CEIP República de Venezuela

Sigo hasta encontrar la parroquia de San Juan de Ávila (1967), en ladrillo rojo y planta triangular quebrada por la puerta principal; en ortofoto parece un embudo que desemboca en la calle Marina Usera, vía principal del barrio de Zofío, en el que nos adentramos.

Me fijo en la entrada, que parece querer absorber, cual agujero negro, cualquier partícula que tenga a bien acercarse. La escalinata está pintada de vivos colores, recordándome a la arquitectura brasileña. Por cierto, bonita frase la de la derecha: escasamente meapilística, como debe ser. Eso sí, el edificio que la porta -despachos parroquiales, parecen ser- es más feo que mandar a la abuela a por droga, y no pega nada con la chula parroquia.

Parroquia-embudo de San Juan de Ávila, con frase mística

Tiro hacia el sur por la calle de Marina Usera, con mucho ambiente de barrio y pequeñas tiendas de las de toda la vida. Parece ser que, en esta calle, estaba situada la trinchera del bando republicano en la Guerra Civil Española.

Al N de esta zona -de manzanas largas y estrechas, muy densas, y edificios cada uno de su padre y de su madre- se levantaba la Colonia Zofío (1950) de la Obra Sindical del Hogar, al igual que la ya mencionada en la calle Marcelo Usera. Se componía de bloques de dos y cuatro alturas rellenos de viviendas enanas de unos treinta metros cuadrados, construidos sobre un terreno muy arcilloso, lo que propició su ruina y posterior demolición.

Edificio en Marina Usera con Silvio Abad (1943)
La calle desciende suavemente; los edificios, no muy altos en general, alternan el ladrillo rojo -bloques de los años 60- y el revoco color crema los de los años 40-50, de dos o tres alturas, de aspecto muy sencillo y popular.
Edificio en Marina Usera con Marina Vega (1955)
La calle termina abruptamente contra una agradable terraza, que bordeo por la derecha hasta encontrar la calle del Centeno, una zona de relucientes bloques lineales de ladrillo con terrazas, dotados de espacios ajardinados de circulación.

Bloque en calle del Centeno (1968)
Sigo en dirección S entre bloques de 5 alturas bastante agradables, con ascensores externos. Los parterres están perfectamente podados, parece una zona de lujo.

Bloque en calle del Centeno (1968)
Alcanzo la calle de la Paloma, donde se encuentra el polideportivo municipal de Orcasitas (2002). Me fijo en su graderío cubierto y, como telón de fondo, los blocazos de viviendas del muy interesante Poblado Dirigido de Orcasitas, que ya exploramos anteriormente.
Polideportivo de Orcasitas
Tiro hacia el E hasta alcanzar la calle de Rafael Ybarra. Al otro lado descubro un edificio de claro aspecto corbusieresco: la residencia San Vicente-ANDE (1976) para discapacitados psíquicos. Una obra del mejor brutalismo madrileño, con su hormigonazo visto, sus ventanales horizontales y su aspecto recio: me putoflipa, como todo el brutalismo.
Residencia ANDE, placer para los sentidos
Detrás, por eso de compensar, aparece una residencia de ancianos (1999) pegada al punto limpio del barrio. Poco agraciada la pobre, en un lugar bastante inhóspito: de noche igual acojona.
Residencia de ancianos
Tomo la calle de Rafael Ybarra en dirección N, encontrando el primer atisbo de cultura china: la Escuela Panda (1981), con su torre semicircular de aspecto racionalista.
Territorio amalillo

Llego a una zona verde o más bien amarilla, un solar agostado que asciende hasta la alargada comisaría de policía de Usera (2010), un interesante edificio moderno, muy horizontal, con vistas para que no se escape nada.

Una franja del secarral está ocupada por el huerto urbano Pachamama, un espacio aterrazado lleno de plantas, utensilios de jardín y un trabajado espantapájaros que me trae a la mente la canción de John Mellencamp.

El huerto Pachamama y la comisaría de policía, al fondo

Scarecrow en el huerto Pachamama
Dejo la comisaría a la izquierda mientras subo pisoteando toda clase de gramíneas resecas hasta que diviso, a la derecha, una especie de pirámides de colores: es el surrealista Cinema Usera, una pantalla de cine con gradas alrededor, de aspecto abandonado. Eso sí, ubicado en lo alto de un cerro con impresionantes vistas al oeste de la ciudad: una especie de Café del Mar pero sin café y sin mar.
El Cinema Usera, lo más surrealista del barrio

Sigo hacia el E por la calle del Cristo de la Victoria, internándome en el conjunto urbanístico de la Cornisa de Orcasitas (1983), dedicado a la absorción de los núcleos chabolistas que había por la zona en los años 70. Estamos en el barrio de Almendrales, por cierto.

A la izquierda unos bloques de 4 alturas, muy curiosos por sus portales enmarcados con unos salientes y rematados por tejadillos que parecen toldos; en la calle trasera estos bloques mutan en naves industriales de una altura.

Bloques con naves industriales, calle Cristo de la Victoria
A la derecha, unas manzanas abiertas por una abertura central, que llevan a jardincillos semiprivados. Los edificios son iguales a los del otro lado de la calle, aunque éstos se agrupen en forma de rectángulo: un copypaste arquitectónico en toda regla.
Manzanas abiertas ajardinadas
Un poco más adelante encuentro un bar con nombre de ciudad castellana, por cuya barra se desliza un barman de blanco y cuidado bigote a lo Julio Verne ¿qué puede salir mal? Decido repostar con un pincho de tortilla de excelente factura y textura, como parte integral de la experiencia exploratoria.
Central Telefónica Almendrales

Más adelante, a la izquierda, diviso un opaco y contundente edificio de ladrillo, de estilo industrial: es la Central Telefónica Almendrales (1974), rellena de carísimos equipos de telecomunicaciones. Una gran antena, a modo de pincho sobre un trozo de bizcocho, domina la vista.

Tras pasar una escuela infantil giro a la derecha, descendiendo por la calle del Cristo de la Vega. Encuentro unos espartanos bloques de 5 alturas (1959) y, tras ellos, un triángulo ajardinado.

Descendiendo por la calle Cristo de la Vega

Tomo una calle peatonal a modo de pasarela, llamada Hernández Requena, en dirección E. A los lados emergen unos curiosos bloques de 4 alturas con plantas descentradas en forma de escalera (1985).

Bloques de plantas descentradas, calle Hernández Requena
Alcanzo una glorieta, ya en la calle de Tomelloso, Al otro lado surgen los primeros bloques del Poblado Dirigido de Almendrales (1959), en el que trabajaron algunos de los mejores arquitectos de la época: Javier Carvajal, Corrales y Molezún y García de Paredes.
Bloque tipo del Poblado de Almendrales

Los bloques constan de 6 alturas, presentando una extraña forma aserrada -interrumpida por ventanales que dan a cocinas y salones- que aporta gran plasticidad al conjunto. Desde fuera muy agradable aunque, como de costumbre, habría que preguntar a los moradores para confirmar la bonhomía de estas viviendas.

Prosigo entre unos de estos bloques y un espacio de locales de una altura, hasta alcanzar el CEIP Nuestra Señora de la Fuencisla (1975), un edificio prismático forrado de paneles blancos, de poca personalidad aunque funcional. Lo más interesante es el colorido mural, que suele acompañar a las escuelas infantiles por defecto.

CEIP Nuestra Señora de la Fuencisla
Tomo una calleja peatonal entre la escuela y los bloques, esta vez revocados y pintados, con sus rejas y carpinterías en blanco.
Bordeando la escuela
Avanzo hasta encontrar un impresionante edificio-transformador de Hidroeléctrica Española (1960), que debía suministrar energía al Poblado Dirigido. Se trata de una torreta prismática sostenida por cuatro vigas prefabricadas en forma de letra pi, doble hilera de ventanales cuadrados y cubierta plana con doble voladizo.
Transformador de Hidroeléctrica Española, una pasada
Frente al transformador -y enmarcado por los bloques aserrados- encuentro un edificio comercial de una altura, ocupado por una agradable y concurrida terraza. Se trata de uno de los edificios de equipamientos del Poblado Dirigido, diseñado para ser más o menos autosuficiente.
Bloque aserrado y edificio de comercios
Tras una rotonda llego a la plaza del Campo de Criptana, un espacio de tierra rodeado de varios edificios pertenecientes al Grupo de Viviendas para la Obra Sindical del Hogar (1960): un garaje exento a la izquierda, un alargado bloque de locales de frente, y una hilera de casas bajas, de dos plantas, a la derecha. Éstas últimas fueron diseñadas por el gran Javier Carvajal, y poseen un local y dos viviendas cada una, con cubiertas inclinadas a ambos lados.
Plaza del Campo de Criptana y casas bajas de la OSH
Atraído como velutina a la cerveza, me cuelo por una calleja intermedia entre dos hileras de casas de una altura; la sensación es de encontrarme en una urbanización playera con sus jardincillos privados, sus rejas verticales y toldos verdes.
Chalets de una altura, Torrevieja style
A la izquierda encuentro un bloque-pantalla (1959) tras la asociación vecinal, escalonado y muy opaco al tratarse de las zonas traseras de las viviendas, accesibles desde galerías horizontales -de cierto aire playero- en la calle del Santuario; el contraste entre ambas fachadas es extremo, opacidad contra apertura, yin contra yang, como diría un maestro taoísta. Cortesía, por cierto, del gran Javier Carvajal.
Trasera del bloque-pantalla de Javier Carvajal, no perderse la fachada a la calle del Santuario
Tiro a la derecha, hacia la calle de Piedrabuena, donde encuentro la parroquia de Nuestra Señora de la Fuencisla (1961), diseñada por José María García de Paredes. La fachada es muy severa, en ladrillo rojo; únicamente los salientes y el zócalo gris dan algo de movimiento. El interior, al que no he podido acceder, muestra unos pilares metálicos que sostienen una serie de lucernarios en retícula cuadrada. Una pasada, que me recuerda en cierto modo al interior de la mezquita de Córdoba pero en low cost.
Parroquia de la Fuencisla
Subo una escalinata por detrás de la parroquia, hasta alcanzar la calle del Santuario, que cojo a la derecha, en dirección N. A la izquierda encuentro una rotunda manzana cerrada, perteneciente a la Remodelación de la Colonia de los Almendrales (1984). Poco interesante, por decir algo.

Bloque cerrado de la Remodelación de la Colonia de los Almendrales

Un poco más adelante, a la derecha y entre los interesantes bloques aserrados -ya vistos- del Poblado Dirigido de Almendrales, surge una agradable terraza de nombre asertivo, con mural que evoca el mar de Madriz.

Terraza colorida
Alcanzo la calle de las Hijas de Jesús; de frente el antiguo Cine Lux (1962, cerrado en 1972), hoy sala de ensayos del Centro Dramático Nacional, con su fachada de inspiración racionalista.
El antiguo Cine Lux
A la derecha, descendiendo la calle de las Hijas de Jesús hacia la avenida de Córdoba, me topo con un espacio multifuncional entre dos aceras: es el Jardín Vecinal de Emiliano, ejecutado y diseñado por el vecino homónimo. Consta de jardineras con materiales reciclados, carteles y una pequeña caseta con biblioteca, que un niño trata de abrir infructuosamente. Otra agradable iniciativa vecinal, como tantas en estos barrios.
Biblioteca en el Jardín Vecinal de Emiliano
Aquí finaliza la primera entrega de esta ruta de exploración rodeando el distrito de Usera, que finalizará en una próxima entrega. El que quiera evadirse podrá coger el metro en la estación de Almendrales, bajando esta calle y a la derecha.

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