Continuamos la cuarta entrada de esta serie -en la que exploramos las cuevas y oquedades en las terrazas del Tajo- recordando el recorrido de la tercera entrada, donde exploramos San Cristóbal de los Ángeles y la Colonia Marconi. Reconozco que es un poco follón, pero es que la cuarta entrega -la anterior- consistía en un mero entretenimiento, un capricho, un detour de la ruta principal consistente en explorar esas oquedades húmedas y frescas que tanto nos gustan. Proseguimos, pues, la ruta del ferrocarril Madrid-Sevilla, publicada para el XIV Congreso Geológico Internacional de 1926 en un pequeño cuaderno.
Por cierto, todo aquí -imágenes y texto, salvo las imágenes del libro- son propiedad y autoría del que suscribe, y no hay IA, ni se la espera ni falta que hace.
Sin más "dilatación" echo mano de la guía, encontrando que la exploración getafense allí reseñada es un tanto escasa, ya que únicamente refiere la estación de radiotelegrafía del campamento de Carabanchel -que se encontraba en el actual Instituto Politécnico número 1 del Ejército, en Carabanchel Alto- y los cuarteles de Artillería, aeródromo y talleres de aeronáutica, que limitan Getafe por el sur y después mencionaremos.
Nosotros efectuaremos un potente recorrido peatonal por esta ciudad relativamente desconocida para los que no residen allí, tratando de destilar sus esencias del mejor modo posible.
Comenzamos junto a las vías del tren -que algún día nos llevarán a Sevilla- justo al N de la estación de cercanías de El Casar, donde una pasarela peatonal, cerrada por sus laterales y pintada hasta dar asco, comunica Getafe Norte con Los Molinos, un moderno barrio cuya urbanización comenzó en 2009.
| Pasarela estilo Detroit |
Viro al S, por un agradable y alomado parquecillo que rellena el espacio entre las vías y la calle de Frida Kahlo; estamos en El Casar, área urbana inserta en el barrio de Getafe Norte, uno de los más ricos y modernos de esta ciudad.
| Parque limítrofe |
Algo más al sur, una estructura de vidrio y metal surge de la tierra: se trata de la boca de la estación de metro de El Casar, que escupe multitud de jóvenes con aspecto de dirigirse a la Universidad Carlos III, no muy lejos de aquí.
| Intercambiador |
A su lado, la trasera de la estación de Cercanías bulle con vida; el sol, levantándose por el este como suele suceder, disuelve las siluetas de los viajeros en una dorada bruma.
| Estación al amanecer |
Continúo por un camino en dirección S, junto a las vías. Algunos corredores, con la lengua fuera, me esquivan a toda leche, por eso de no perder velocidad ya que correr pa ná es tontería.
| Junto a las vías |
| Puente de las culebras |
Desde la pasarela se aprecian las paredes del túnel que discurre bajo las vías, en dirección al barrio de Los Molinos. Están decoradas por el mural "The Master's 5" de un tal Belin, que representa varios personajes picassianos; ni tan mal, oiga, para lo que podría ser.
| Mural cubista |
| Plaza malograda |
| Viviendas pre-cebra |
Al otro lado de paseo surge la torre de la parroquia de Santa María Maravillas de Jesús (2003), un templo sobrio, algo soso, de equilibrados volúmenes, muy de la época.
| Torre de la iglesia |
Llego a la plaza de Francisco Tomás y Valiente, con su fuente central y bancos por defecto. A veces esta falta de creatividad urbana se echa de menos, como veremos más adelante.
Viro al SE donde, a través de un traslúcido vano vertical de pavés, se adivina el tiro de la escalera de uno de los bloques dosmileros. Esta verticalidad se remata con un adorno que arroja una sombra triangular con agujero, quizás un desahogo art-decó por parte del seguramente frustrado arquitecto.
| Toque art-decó |
Prosigo por la calle Alhaquén -moro de la morería- hasta llegar a la avenida de Juan de Borbón, donde encuentro un bloque noventero con Partenón en chaflán (1996), ejemplo de una época en la que la arquitectura posmoderna -con todo su eclecticismo y estridencia- era lo más de lo más. Comprobamos aquí, en Getafe, que cada década arquitectónica tiene su propio afán, en cuestión de unas pocas manzanas.
| Getafe posmoderno |
Tiro al E, hasta alcanzar una tremenda explanada con un agradable café-terraza y mucho espacio de aparcamiento: el recinto ferial de Getafe, donde se ejecutan los mejores saraos de la ciudad.
| Kiosco en ferial |
Hacia el S encuentro un templete o quiosco de música, para que la basca se desgañite en las fiestas de guardar. Poco más allá, una peculiar rotonda cuyo centro es una torreta eléctrica: estamos alcanzando el barrio de Juan de la Cierva, erigido en los años 70 del pasado siglo.
| Rotonda que echa chispas |
Al cruzar la calle, encuentro un extraño busto de un personaje de aspecto siniestro, con ojeras de oso panda y comisuras de los labios marcadas a lo conde Drácula: se trata de Diego Hurtado de Mendoza, un poeta del siglo XVI del que se rumorea, en los mejores mentideros de la villa y corte de Getafe, que escribió el famoso y deprimente Lazarillo de Tormes. Su cara lo explica todo.
| Busto con disgusto |
Tiro por la calle Albacete en dirección S, bordeada por unos bloques típicamente setenteros de ladrillo rojo, de cinco alturas (1970). La única cachondada son sus farolas, esbeltas y curvadas, situadas en el eje de la calle y apuntando únicamente hacia uno de los lados; el otro, castigado sin postre.
| Farolas cachondas |
Un poco más adelante, observo los ubicuos e icónicos toldos verdes, muy presentes en los mejores municipios de nuestra Piel de Toro: identitarismo cromático a tope.
| Bloque con toldos verdes |
Giro a la derecha por la calle de Andalucía, hasta alcanzar la plaza del Dr. Severo Ochoa. En el centro, rodeado de una pérgola, se encuentra el monumento a la Madre e Hijo, en el que una larguirucha señora con moño levanta un nene bien criado, efectuando ese ejercicio anaeróbico de fuerza tan importante para las mujeres de todas las edades. Detrás se encuentra el memorial al titular de la plaza, insigne médico natural de Luarca (Asturias).
| Plaza homenaje a Severo Ochoa |
Sigo por la travesía frente al ángulo SE de la plaza, internándome en una serie de manzanas semiabiertas de cinco alturas (1974), algunas en ladrillo visto y otras revestidas y pintadas de colores.
| Manzanas tuneadas |
Me cuelo por una calleja peatonal, que me devuelve a la calle Andalucía, que sigo hasta la avenida de Aragón. De frente, una hermosa línea de palmeras echa su desgarbada sombra sobre los testeros de unos largos bloques lineales (1969), de cinco alturas.
| Palmeras y sombras |
Justo después, en el cruce con la avenida de los Ángeles, aparece una bonita fuente triangular con dos niveles de agua, rodeada de hermosas plataneras, que forma una plaza muy agradable y tranquila.
| Fuente de diseño |
Me dirijo hacia el S por la calle Plus Ultra, bordeada por el inmenso recinto del Ejército del Aire. Un poco más adelante, entre la bolsa de aparcamiento, destaca la inconfundible silueta de un depósito de agua, quizás ligado al uso militar.
| Depósito militar |
Regreso a la avenida de los Ángeles para toparme con un brutal y reticulado edificio de viviendas (1968) junto a la plaza de España, bastante más alto que la mayoría de edificios de Getafe. Parece una corrala a la inversa, con sus balcones corridos y toldos verdes.
| Bloque muy burro |
En la propia plaza, bancos circulares y una fuente tipo seta, sin más.
| Setas y blocazo |
Tiro al S, subiendo una escalinata que asciende a un espacio circular sin sombra alguna, quizás para celebrar partidos de voley o justas medievales. En su extremo E se otea, al fondo entre la neblina, la silueta del Sagrado Corazón (1919) del Cerro de los Ángeles. Como curiosidad, el punto más alto del cerro se sitúa a 666 msnm, viniéndome a la mente el homónimo temazo de la Doncella.
| 666 |
Desciendo de la plataforma y tiro por la avenida de Juan de la Cierva, en dirección S. Al poco encuentro la plaza de las Heras, esta vez equipada con un obelisco de ladrillo, exponiendo la posible conexión getafense con el ocultismo y la simbología.
| Obelisco y pinpón: homenaje a Egipto |
Para compensar, un poco más al S, junto a una fuente circular, un barrendero de aspecto preconstitucional, con gorro y traje, se afana por recoger las posibles mierdas de perros que pudieran proliferar por allí.
| Barrendero vintage |
Tiro por la calle Aviador de Francisco, internándome en el barrio de Getafe Centro, el casco histórico de la ciudad. Al poco llego a la plaza del Lavadero, un espacio triangular que hace patente la antigua trama urbana del poblado medieval. Por lo demás no hay mucho más que ver, ya que se encuentra rodeada de edificios de ladrillo visto de épocas variadas, puestos allí sin orden ni concierto.
| Plaza del Lavadero |
| Catedral getafense |
| En olor de santidad |
Me dirijo al SO, por la travesía de Oriente. En un triángulo convertido en pequeña zona verde, aparece una fuente de la que emerge un híbrido entre Buda o menina, llevando en su vientre un hueco con forma de gato de tres orejas ¿qué querrá decir? Getafe mistérico a tope.
| Gato o menina |
Llego a la calle Perate, que tomo en dirección S. Encuentro la plaza del Matadero, equipada con carteles de interpretación que recuerdan sus orígenes históricos. Hoy no queda gran cosa pero al menos tiene lo que la humanidad desea: juegos infantiles, bancos y bar con terraza: lo básico para una supervivencia en condiciones.
| Matadero |
Viro hacia el SO por la calle Valdemoro, una vía igual que todas las demás. Alcanzo la calle Toledo, que tomo hacia el S hasta encontrar una pequeña ermita (1900) escondida en el parque de San Isidro, y revocada en color crema.
En la esquina del parque con la calle Sur descubro, sobre el enorme testero de bloque de viviendas, un enorme mural que representa una vista tridimensional de Getafe: "Vista Aérea y plano de Getafe en 1987". Hipnótico, tiene mucho detalle; para vecinos y urbanistas alike.
| Mural con mapa |
| Pop-Art a lo Lichtenstein |
Cruzo la calle del Ferrocarril para llegar a la calle Alonso de Mendoza, internándome en el barrio de La Alhóndiga. Tras el centro cívico aparecen, a la izquierda, una sucesión de bloques corridos (1968) inclinados unos 30º respecto al eje de la calle, hecho que promueve una visual urbana interesante, en espiga de trigo. Más allá de estos bloques la autovía A-4 y el Sector III (1977), un barrio de chalés que fue el primero en construirse en España con esta tipología de viviendas.
| Bloques sesenteros no perpendiculares |
Un poco más adelante llego a la gran plaza de Tirso de Molina, dotada de lo de siempre: juegos infantiles y una fuente circular. También, en plan creativo, unas extrañas setas-parasol que dejan pasar el sol.
| Parasol inútil |
Prosigo en dirección N, maravillado ante la imaginación desplegada sobre los bloques de la izquierda, los que se disponen en espiga: fachadas de varios colores, con franjas o sin ellas, con balcones cerrados o abiertos, rehundidos o salientes, y, como bonus, los variopintos pequeños locales comerciales, algunos transformados en viviendas. Complejidad humana y urbana a saco, como debe ser.
| Amarillo limón |
Tras dejar a mi derecha un par de enormes colegios, llego a la plaza de Rufino de Castro, donde encuentro una joyita brutalista: la parroquia de San Rafael Arcángel (1995); su torre, monolítica, recuerda a los silos de grano que salpican nuestra geografía, y sus arquitos decorativos imprimen un toque pop a un edificio de los más plúmbeo.
| Brutalismo en vena |
Tiro por la calle Julián Dávila y luego a la derecha, por la calle Valdemoro. Cruzo la calle y llego a la plaza Alcalde Juan de Vergara, una plaza dura donde las haya. Su única ¿gracia? es otro obelisco, similar al visto anteriormente en la plaza de las Heras. De nuevo el Getafe más esotérico; mucho masón hay por aquí.
| El Getafe de los faraones |
Prosigo bajo una paseo con una pérgola que intenta, infructuosamente, dar sombra; a la izquierda emergen las viejas naves de la John Deere Ibérica (1955), empresa que lleva fabricando maquinaria agrícola -especialmente conocidos son sus tractores- desde 1837. Se llegaron a fabricar aquí 10.000 tractores al año, terminando la producción de éstos en 1994.
| Interesante sombrajo |
| Tengo un tractor amarillo |
Sigo por la calle Ramón y Cajal, en dirección E. Se trata de una arteria importante, muy animada. A la izquierda, un chungo gusano de vidrio cubre la escalera del edificio de la Escuela de Danza Antonio Gades (1995).
| Gusanaco cubridor |
En la esquina del mismo edificio sobresale, espeso y neoclásico cual pastel de bodas, el Teatro Auditorio García Lorca (1995): feo no, lo siguiente, pero dentro se debe estar muy bien.
| Tragedia griega |
Al rato llego a la calle Madrid, un paseo peatonal extremadamente animado, con multitud de tiendas y terrazas: mi intuición animal me indica que debe ser la vía principal de la ciudad.
| Paseo animado |
Viro a la izquierda, en dirección NE, hasta la confluencia con la avenida de Juan de la Cierva. Allí, en un parquecillo, aparece el busto de Francisco Gascó Santillán "El Berenjena", un guerrillero del Partido Comunista -y currante de Construcciones Aeronáuticas, una de las empresas getafenses más distinguidas- que fue fusilado en 1946.
| Berenjena |
Viro a la derecha, por la calle de los Depósitos, hasta la plaza de Carlos III, que no hace justicia a su noble denominación con sus edificios de viviendas (1991) en ladrillo en recercados y revoco crema, algo kitsch. Y toldos a rayas, para variar.
| Plaza no neoclásica |
Giro al N, por la calle de Santa Bárbara, hasta alcanzar el campus de la universidad Carlos III (1989), uno -quizás el que más- de los mayores atractivos de Getafe. Accedo por la entrada de la calle Daoiz, dejando a la derecha el Edificio Campomanes, una mole de ladrillo rojo que alberga la facultad de Sociales y Jurídicas.
Después aparecen los edificios Foronda y Normante, que parecen barracones militares de principios del siglo pasado, y de los que no he encontrado información alguna.
| Barracones universitarios |
Más adelante, unos esbeltos pilares de fundición sostienen la balconada del edificio del Rectorado, también de aspecto industrial o cuartelario. Se comunica, mediante dos puentecillos en la primera planta, con el edificio Normante y el Giner de los Ríos, formando una pérgola sombreada en forma de U.
| Pérgola de fundición |
Salgo del campus a la calle Velarde, disponiéndome a entrar en el barrio de Las Margaritas, construido a finales de los años 60. Me cuelo por la calle Adelfas, vía muy estrecha únicamente interrumpida por pequeñas plazas peatonales, atestadas de estudiantes universitarios. Los bloques de viviendas de Las Margaritas (1969) presentan seis alturas y sus pisos quedan marcados por rayas de color crema.
Salgo rápidamente a la avenida de las Ciudades, colándome por un espacio peatonal entre unos sosos bloques de viviendas de 8 alturas (1999), dejando a la derecha una hermosa librería.
| Intra-bloques |
Como una exhalación alcanzo el parque de Castilla-La Mancha, una zona verde default, agradable como como casi todas. Prosigo por el camino perimetral, sin pena ni gloria.
| Parque estándar |
A la derecha diviso una zona elevada; supongo que habrá algo allí, aunque sea una ubicua zona infantil. Sobre un pedestal dos señores de hierro, uno gordo y otro flaco con lanza y bacín ¿quienes son estos tipos raros?
| Dualismo español en vena |
Salgo del parque, a la avenida Don Juan de Borbón. Allí encuentro una glorieta pletórica de detalles regionales, hecho diferencial muy y mucho español: una rotonda tinajera, ya sea para almacenar vino peleón o AOVE.
| Rotonda tinajera |
Tiro en dirección N por la calle del Álamo, internándome en la zona de El Gurullero, perteneciente al barrio de Getafe Norte. Avanzo entre sobrios adosados de dos alturas (1997), para girar por la calle Secuoyas a la derecha. Alcanzo la plaza de los Tilos, una rotonda circundada por chalés de tres alturas (1994), de buen aspecto y catadura: el Getafe deluxe.
| Chaletes de parné |
Sigo por la calle del Laurel, interrumpida por un bulevar peatonal, separado por unos gruesos pinos.
| Calleja y pinazo |
Llego a la plaza de los Enebros, y tiro en dirección E por la avenida de los Ébanos. Me fijo en las calles en fondo de saco que salen a la izquierda, flanqueadas por unas curiosas viviendas adosadas de tres alturas (1998), equipadas con arcos rebajados en planta baja.
| Fondo de saco cuidado |
Llego a una gran glorieta con una cantosa fuente, en plena avenida de Rigoberta Menchú.
| La fontana di Getafe |
Tiro, a la derecha, por la calle Francisca Sauquillo, en plena zona de Los Espartales, ya dentro de Getafe Norte. Avanzo por una calle de aspecto peatonal o de pequeño bulevar; los severos y lisos edificios dosmileros de 5 alturas (2000) no dan demasiada alegría al conjunto.
| Paseo sencillo |
De esta guisa alcanzo la avenida de Teresa de Calcuta, que tiene vistas lejanas de las industrias de San Cristóbal de los Ángeles y la Colonia Marconi. Al fondo, la calle gira 90º a la derecha, y un servidor tira recto por un sendero rodeado de frondosos árboles.
| De vuelta a las vías |
De forma urbano-bucólica llego a donde comenzamos esta entrada: al guarri-puente sobre las vías del tren, al N de la estación de El Casar.
En sucesivas entradas saldremos de la gran masa urbana de Madrid y sus ciudades periféricas, para internarnos en los pueblecillos del sur de la provincia, claramente inspirados en los territorios de Castilla-La Mancha.
CONTINUARÁ
