martes, 14 de febrero de 2023

Rutas vintage: 1926, Sierra de Guadarrama III (Las Matas Little Town a Hoyo de Manzanares)

Continuamos nuestra exploración vintage donde la dejamos: en El Plantío, esa urbanización de principios del siglo XX tan desconocida e interesante, ahogada entre una autovía y un frondoso pinar.

El barrio ferroviario de Las Matas (AFEMAT)

Nuestra guía de 1926 indica que la próxima parada es la estación de clasificación de Las Matas, donde las formas topográficas del cuaternario son más animadas: abundancia de laderas y disecciones (encajamiento de cauces) más acentuadas como efecto de la proximidad del río Guadarrama. Vamos a verlo. Como siempre, todas las fotos son de un servidor a menos que se indique lo contrario.

Desde la A-6 tomamos la salida 24 cogiendo la vía de servicio y, en la primera rotonda, tiramos a la izquierda hasta encontrarnos con un cartel que nos indica que estamos en fabulous Las Matas Little Town, un guiño a Las Vegas cortesía del tradicional gracejo que caracteriza a las corporaciones municipales madrileñas.

Pues welcome

Driblamos a la derecha internándonos en un interesante poblado ferroviario pegado a las vías del tren, que luego exploraremos. Intento encontrar el corte geológico de la guía en la trinchera de las vías, y no lo consigo pues los taludes más verticales están recubiertos de geotextil, no sea que caigan piedras; es lo que tiene visitar el lugar un siglo más tarde, que hay cosas que ya no están.

Parking de trenes, o como se diga

Llego hasta un túnel que cruza más vías, a la izquierda. Nada más pasarlo cojo un vial a la izquierda y aparco. Me acerco a las vías: terminan aquí, lo que puede indicar que se trata de la antigua estación de clasificación o, al menos, donde "aparcaban" los trenes.

A la derecha el arroyo del Bosquillón

Observo la enorme nave logística de Talgo, en la que multitud de enormes camiones salen y entran, algunos haciendo maniobras que evidencian nervios de acero. Rodeo el edificio y cojo la pista -cerrada a los coches- que avanza hacia el norte, con la intención de alcanzar el arroyo de la Trofa -afluente del Manzanares- y encontrar el escalón geológico entre el mundo arenoso de la llanura aluvial y el mundo granítico serrano.

Sigo la pista hasta alcanzar el arroyo del Bosquillón, tras el que encuentro una bifurcación a la derecha que me lleva paralelo al mismo en suave descenso. Continúo en un paisaje de arcosas gruesas y lutitas ocres, es decir, un paisaje arenoso típico de cuenca fluvial sedimentaria. Un conejo solitario salta al lateral del camino sin ni siquiera mirarme; la tenue brisa mueve la avena loca; fresnos y encinas complementan la experiencia bajo el escorado sol del invierno.

Vagón-kiosko

Vislumbro colores en lontananza: un antiguo vagón pintarrajeado que, seguramente, fuera una especie de quiosco de bebidas en otra época. Me pregunto qué hace aquí hasta que miro a la derecha: el arroyo del Bosquillón se ha transformado en una pequeña presa, que forma una tranquila laguna artificial.

Interior del vagón
Observo el vagón, que quizás fuera arrastrado desde la estación de clasificación cercana hasta aquí para que los trabajadores ferroviarios tuvieran un lugar fresco donde pasar las tranquilas tardes de verano. Introduzco el objetivo de la cámara por un agujero en la puerta del vagón, encontrando un paisaje interior oxidado pero evocador.

Presilla del Bosquillón

Tras observar la presilla -circundada por pelados chopos- prosigo el camino hasta alcanzar un muro de piedra que impide llegar al arroyo de la Trofa. El arroyo del Bosquillón vira a la derecha, donde se embalsa en unas pequeñas pozas. Más allá una cárcava donde se aprecia la geología de este ámbito: arenas de cantos gruesos y gravas cementadas con limo reseco.

La sierra de Hoyo de Manzanares y Peñalara

Regreso por un camino que deja el arroyo del Bosquillón a la derecha, en dirección oeste, donde admiro el nevado paisaje de la cumbre más alta de la sierra de Guadarrama: el pico Peñalara. Cojo el coche y vuelvo al poblado ferroviario, aparcando en la calle Almudena bajo una pérgola metálica ad hoc.

Viviendas separadas por torretas

Encuentro un peculiar poblado de viviendas adosadas de 1960, en dos alturas, la baja aplacada en piedra y la alta pintada, al más puro estilo serrano, formando pequeños núcleos de cuatro pastillas de viviendas separadas por viales y unas curiosas torretas que parecen torres eléctricas o almacenes de grano tipo silo.

Primeras viviendas del poblado ferroviario

Avanzando por la calle San José Obrero, en dirección norte, encuentro el poblado más primitivo, construido en 1950. Se trata de viviendas pareadas de una altura en piedra, con tejado a dos aguas y vanos y esquinas recercadas en ladrillo, de aspecto industrial.

Museo del Ferrocarril

Llego a la rotonda de Las Vegas, donde encuentro un museo ferroviario, en un edificio que fue la antigua estación de clasificación de Las Matas, construida en 1950 al igual que las viviendas anexas.

Nuestra guía geológica nos dice que, al pasar un túnel de la vía férrea al noroeste de la estación de las Matas, muy cerca del río Guadarrama, hay un yacimiento de molibdenita que exploraremos en la siguiente entrada, si es que se deja ver. Aquí me voy a centrar en la geología de Hoyo de Manzanares, localidad que cuenta con interesantes minas, todas muy cercanas al arroyo de la Trofa, que estamos remontando con pasión exploradora.

La sierra de Hoyo desde el Cancho de las Cruces

Cojo el coche y me dirijo a Torrelodones, y tiro por la M-618 en dirección Hoyo de Manzanares. En el PK 20,200 me desvío a la urbanización "Berzalejo", donde aparco.

Cojo un camino que rodea la urbanización en dirección E-S. El paisaje no se parece en nada al anterior: ya hemos dejado la campiña adehesada para internarnos en el piedemonte granítico, más verde y salpicado de interesantes formas de modelado como bolos, canchales y diaclasas, entre vegetación de enebros, pinos enanos, jaras y encinas, un paisaje delicioso que parece un aromático jardín.

Pozo de la mina del Cancho de las Cruces

Sigo por en camino, en dirección S, hasta llegar a una elevación de cota 922 msnm, para descender abruptamente por el sendero. Unos antiguos postes eléctricos, sin cableado, delatan que ya estoy cerca de la mina del Cancho de las Cruces, confirmándolo con la aparición de una caseta de transformador eléctrico en bastante buen estado. El mapa geológico me dice que aquí había un potente filón de cuarzo en dirección E-O, donde se beneficiaron wolframio, estaño, cobre y uranio.

Muestra de agua y medición Geiger
Recorro el vaciado filón en dirección oeste, encontrando una potente escombrera y un pozo inundado, de agua verde fluorescente. Cojo una muestra de agua con verdín y saco mi dosímetro Geiger de origen ruso -anteriormente usado en la encantadora ciudad de Pripiat- y tomo dos medidas, la más alta 0.32 microSievert por hora (en Berzalejo tomé 0.11 y en Madrid capital la medición roza los 0.12 también), lo que evidencia una buena dosis de radiactividad en este lugar.

Casa de la mina e instalaciones

Exploro este filón hacia el oeste, encontrando poca cosa. Retomo el camino descendente, encontrando a la derecha la casa de la mina y una interesante instalación de lavado -una piscina circular- y zona de trituración del mineral. En el suelo encuentro montones de roca triturada y restos cerámicos. Junto a la casa una teja plana, como nueva, indica que procede de Santa María de Huerta, Soria, lugar donde se localiza uno de los monasterios cistercienses más interesantes de España, ahora convertido en hospedería: un must para almas necesitadas de paz interior.

Producto soriano de calidad

Al otro lado del camino el filón prosigue en dirección este, haciéndose más profundo. Los postes eléctricos cruciformes, descarnados y oxidados, me recuerdan a un abandonado calvario, lo que infunde una extraña experiencia de asombro acrecentada por el silencio y la soledad del lugar, donde el profundo filón se hunde en la tierra proyectando afiladas sombras.

Extraño lugar

Pasado el poste y en el interior del filón aparece un pozo vallado. Desciendo al suelo del filón, bastante somero, y descubro unos grandes tiestos de plástico, como queriendo decorar este extraño lugar.

Macetas en filón

Dando por explorada esta mina desciendo hasta el arroyo de la Trofa, cogiendo una senda en dirección norte, que discurre pegada al arroyo. Al rato alcanzo la depuradora de Hoyo de Manzanares, que rebaso hasta alcanzar el pequeño arroyo de los Loberillos, que sigo por un camino de servicio de la red de alcantarillado que lleva las aguas del pueblo a la depuradora.

Potente filón de la mina de la Fuente del Testerillo

Unos cientos de metros más adelante aparece un filón vaciado de enorme potencia, mucho más grande que el del Cancho de las Cruces. Estamos en la mina de la Fuente del Testerillo, que benefició estaño.

Casas de la mina

Un poco más allá, junto a la urbanización "Parque de las Colinas", en camino gira al oeste, apareciendo un transformador -convertido en lugar de botellón- y una zona de trituración de mineral, todo aderezado de escombros y abundante basura procedente de la urbanización cercana. Seguimos por este camino y regresamos a donde hemos aparcado.

Para rematar nuestra aproximación a la minería de Hoyo de Manzanares (hay muchas más) vamos a visitar la mina de las Cabañuelas, donde se encontró molibdenita, mineral que sí se menciona en nuestra guía vintage.

Filón de la mina de las Cabañuelas

Cogemos la carretera en dirección a Hoyo de Manzanares. Cruzamos el pueblo y nos dirigimos hacia Colmenar Viejo. Frente a la enorme mole de la Academia de Ingenieros del Ejército dejamos el coche en un aparcamiento de tierra a la derecha, y cogemos una pista en dirección noreste. En el primer cruce cogemos el camino a la derecha y, a unos 300 metros, observamos un largo abrevadero a la derecha. La mina se encuentra frente al abrevadero, a la izquierda del camino.

Interesante escombrera

Se trata de un filón bastante corto y somero, aunque ancho, que discurre en dirección E-O, en un paisaje de canchales graníticos y rebosantes escombreras. El sol del mediodía hace brillar algunas piedras de la escombrera: cuarzo y micas. Las pequeñas casas de la mina han sido transformadas en cutres corrales, cerrados con los protocolarios somieres de colchones, lo que evidencia la inquietud del ganadero ibérico por las tres erres: reducir, reutilizar y reciclar.

De camino de vuelta me cruzo con el susodicho, que me dedica la legendaria mirada de suspicacia y/o curiosidad ¿qué hará éste aquí? Yo también me lo pregunto, pero inmediatamente me viene la respuesta: jugar.

PD: Ya de vuelta al "atelier" procedo a inspeccionar al microscopio la muestra de agua de la poza radiactiva de la primera mina. Aparece una masa de algas filamentosas verdáceas además de ciliados, rotíferos y, de fondo, multitud de bacterias visibles con la técnica del contraste de fase.

Clorofícea, campo claro 100x

Echo mano del Atlas de los Microorganismos de Agua Dulce para identificar la especie: por sus células rectangulares y filamentos no ramificados podría ser Ulothrix subtilissima.

Vorticella partida en dos, contraste de fase 200x
Como el mundo microscópico es un no parar de asombrarse uno, encuentro un hermoso ejemplar de Vorticella reproduciéndose asexualmente mediante bipartición.

CONTINUARÁ

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